declaración conjunta Clase contra Clase y Grupo de Comunistas Internacionalistas:
VIVA EL PRIMERO DE MAYO
Construir una alternativa de lucha a la paz social de Zapatero-Toxo-Méndez
La peor crisis del capitalismo desde la II Guerra Mundial continúa su curso, agudizándose los ataques contra la clase trabajadora y los sectores populares en todo el mundo. El futuro que nos preparan los banqueros, empresarios y sus gobiernos es más miseria, paro, explotación… Pero esta perspectiva va a tener que enfrentar la resistencia de las masas, que en numerosos países ya empiezan a aparecer con fuerza. La partida aún no se ha terminado.
La revolución árabe y la intervención imperialista
Los pueblos del mundo no van a permitir impunemente que se los aplaste. 2011 será recordado como el año de la ola revolucionaria en el mundo árabe. País tras país, las masas han salido a la lucha exigiendo libertades democráticas, pero para conseguir una vida digna, la vida que los dictadores árabes, todos fieles seguidores de los planes del FMI y las potencias imperialistas, les negaban.
La revolución logró su primer triunfo al derrocar a Ben Alí de Túnez y a Mubarak de Egipto, los peones clave de Francia y Estados Unidos. Pero no se queda ahí, en ambos países sigue en marcha, profundizandose y radicalizándose. En Libia, la lucha contra Kadafi se transformó rápidamente en guerra civil.
El imperialismo no se ha quedado cruzado de brazos. Mientras en Túnez y Mubarak maniobra para que todo quede en unos cuantos cambios cosméticos, en Libia ha decidido intervenir militarmente "del lado de los rebeldes". Ha abandonado a Kadafi, al que en enero todavía elogiaba el FMI, pues ve que ya no es garantía de estabilidad. Con su hipócrita alineamiento junto a los rebeldes, pretende hacer creer que está a favor de las revoluciones, cuando su intervención sólo busca reposicionarse en la región y frenar la revolución árabe.
Mientras que desde aquí debemos oponernos a la intervención imperialista en Libia, nuestras tareas con respecto a la revolución árabe no se acaban ahí. Es necesario, mientras gritamos "manos fuera de los países árabes" aprender de su lucha, trasladarla aquí. Las lecciones que nos ofrecen estos procesos deben servir a los trabajadores del mundo para prepararnos para los combates decisivos a los que nos aboca el capitalismo.
Zapatero, terminando el trabajo e impaciente por irse
La crisis económica tiene su epicentro en los Estados Unidos. Pero se ha contagiado con fuerza en Europa. Nos decían que lo peor ya pasó. Pero Portugal va a caer en manos del "rescate" que ya sufrieron los irlandeses y los griegos; a éstos les amenazan de nuevo.
En el Estado Español, que vivió los años dorados del capitalismo bajo el franquismo, en el que los pocos elementos de "estado del bienestar" se montaron ya en plena crisis, Zapatero ha lanzado los planes antiobreros más salvajes que se hayan visto desde la transición. La banca y la patronal le elogian por ello, el presidente del Consejo Europeo, Van Rumpuy le elogia por "coger el toro por los cuernos", lo mismo hace el "Financial Times". Los trabajadores no lo ven tan claro. A Zapatero le faltan algunos toques importantes para terminar el plan, como la liquidando la negociación colectiva. Mientras, se dedica más bien a acabar con lo que quede de democracia formal en Euskadi ilegalizando, partidos por "sospechas" y tratando de aprovechar la tregua de ETA para redoblar la ofensiva represiva contra el independentismo vasco. Ya anunció que no se va a volver a presentar, su partido va a la derrota segura, pero la burguesía está contenta: ha hecho los "deberes", el trabajo sucio, para que Rajoy comience con un voto de confianza.
Necesidad urgente de retomar la movilización
Si ZP está saliéndose con la suya, esto se debe a la ausencia de movilización obrera. La gran culpable es al burocracia de CCOO y UGT. Primero ciriticaban pero no movilizaban, luego convocaron una huelga general en septiembre ¡contra el decretazo de mayo! Y finalmente, acabaron firmando directamente el ataque del gobierno contra las pensiones.
Pero la "paz social" empieza a resquebrajarse. La juventud, hastiada de las nefastas perspectivas de vida que el capitalismo español ofrece para toda una generación, salió el 7 de abril a las calles en Madrid, se ha sumado con fuerza a las luchas por la sanidad pública en Catalunya y prepara movilizaciones en todo el Estado para el 15 de mayo. Por otro lado los ataques contra los servicios públicos pueden poner en pie de guerra a miles de trabajadores, como vimos recientemente en Murcia y Andalucía y en estos momentos en Catalunya contra los recortes de Mas. Además, se multiplican los conflictos por empresa o sector contra despidos, ERE´s o por el desbloqueo del convenio. Estas luchas demuestran que es posible "romper el hechizo", que el cabreo acumulado comience a expresarse.
La burocracia sindical y su traición histórica
El comienzo del año ha estado marcado por la importante losa del Acuerdo Social Económico (ASE), firmado entre el Gobierno, la patronal y las direcciones de CCOO y UGT. Una traición histórica, que amplía la edad de jubilación hasta los 67 años y el cómputo de cálculo de las pensiones hasta los 37,5, rebajando las futuras más de un 20%. Esta puñalada por la espalda abre las puertas a nuevos ataques, como el que ya están preparando con la reforma de la negociación colectiva. La patronal pide “flexibilidad”, que se le facilite poder descolgarse del convenio en cualquier momento. Las condiciones conquistadas quedan en serio peligro al quererse eliminar la ultractividad de los convenios e imponer distintas fórmulas de arbitraje obligatorio. Y todo indica que CCOO y UGT van a acabar firmando.
Mientras CCOO y UGT discuten en secreto cuánto van a ceder, se aplica la Reforma Laboral, el paro ya supera el 20 %, Telefónica anuncia 6000 despidos mientras sube los honorarios a sus directivos, muchas otras empresas anuncian despidos en masa, los gobiernos autonómicos y municipales preparan recortes brutales, etc.
Los que más sufren los efectos de estos ataques son los sectores de la clase trabajadora que están fuera de los sindicatos, a los que la burocracia ignora. Empezando con los trabajadores extranjeros, que ven cómo el Gobierno incrementa su política xenófoba de persecución, y junto con el PP y otros partidos burgueses alientan el racismo para dividir a los trabajadores. También la juventud trabajadora, que padece un 40% de paro, el cierre de oportunidades mediante la elitización de la enseñanza y la universidad y altísimas cuotas de precariedad y temporalidad. Las mujeres trabajadoras comparten la lacra de la precariedad. Las medias jornadas y los parones por maternidad las condenan a una vejez con pensiones de miseria. Y los trabajadores mayores de 50 años, muy afectados por el paro de larga duración, después de una vida currando se ven en la calle y con muy difíciles posibilidades de reenganche en el mundo laboral.
Levantar una alternativa sindical y política
Las encuestas indican que la mayoría de la clase trabajadora desaprueba tanto las medidas de ZP como la política de Toxo y Méndez. Lo que hay que conseguir es que esa desaprobación no se transforme en cinismo o incluso apoyo a soluciones reaccionarias, sino que se convierta en movilización. De lo que se trata es de romper la paz social y emprender una pelea por hacer añicos el pacto social entre el Gobierno y la burocracia sindical.
En esta tarea la responsabilidad de la izquierda sindical es clave, tiene la oportunidad y la obligación de levantar una alternativa de lucha a Toxo y Méndez.
La CGT, principal fuerza de la izquierda sindical -por su tamaño, su implantación en el conjunto del Estado y en las principales ramas económicas y grandes empresas privadas y públicas-, puede hacerlo si quiere. Debe ponerse a la cabeza de un proceso que sirva para coordinar al conjunto de los sectores de la clase trabajadora que sí quieren trazar un plan de lucha hasta derrotar los planes del Gobierno y la patronal, ahora avalados por los dirigentes de los sindicatos mayoritarios. La CGT debe tender la mano al resto de sindicatos de izquierda sindical y nacionalistas de izquierda, así como hacia los sectores de la base de CCOO y UGT que quieren combatir la traición de sus direcciones.
Los sindicatos nacionalistas, como LAB, CIG, SAT o CSI, tienen la obligación de coordinarse a escala estatal con la izquierda sindical para golpear todos unidos. Los dos primeros organizan al sector de la clase trabajadora en Euskadi y Galicia que ha estado a la cabeza en las respuestas al pensionazo con la huelga del 27E. Pero LAB rechaza con argumentos nacionalistas coordinarse con el resto del Estado. Esto es una división reaccionaria por líneas nacionales de nuestra clase, que ni ayuda a defender los intereses de los trabajadores vascos y del resto del Estado ni sirven para fortalecer la lucha del pueblo vasco por sus derechos nacionales. Hay que romper con la lógica de chiringuito que mantiene a las fuerzas de oposición al pacto social en una absurda atomización.
Hay que avanzar, pues, en la coordinación de todas las fuerzas de la izquierda sindical del Estado para preparar un plan de lucha sostenido contra los ataques del Gobierno y el pacto social, con manifestaciones, paros... Dicho plan debemos bajarlo a todos los centros de trabajo que se pueda, para que se discuta entre todos los trabajadores, independientemente de si están o no sindicados y dónde. Igualmente, hay que ayudar a organizarse a todos aquellos sectores de la clase trabajadora que la burocracia sindical ni organiza ni defiende, -como los jóvenes, parados o extranjeros-, asumiendo todas sus reivindicaciones específicas. Se trata de ir recuperando desde la base la unidad de la clase trabajadora para quebrar la paz social que nos han impuesto. En este camino una cuestión clave es el apoyo y la confluencia con todos los sectores que se encuentren en lucha, independientemente de que los dirijan los sectores burocráticos de CCOO y UGT, impulsando la oposición de clase a los burócratas.
El primer paso para lograr poner en pie esta alternativa sería organizar encuentros de delegados y trabajadores en cada territorio, como previos a uno estatal. Hay que reconstruir un fuerte movimiento obrero combativo, de clase y de base para derrotar al Gobierno y sus planes, que levante una alternativa a la política de Toxo y Méndez y sus consecuencias de desmoralización y desprestigio del sindicalismo y avance en recuperar a los grandes sindicatos como herramientas para la lucha de nuestra clase.
Un programa obrero de emergencia para que los capitalistas paguen la crisis
Pero no basta con la unidad y la combatividad. Hay que saber a dónde se quiere llegar. Hay que discutir y levantar un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. No compartimos las posiciones “decrecionistas” que ganan adeptos en las filas de la izquierda sindical, ni consideramos que constituyan una alternativa para los trabajadores. El capitalismo español -con 4,7 millones de parados y sueldos submileuristas por doquier- está por sí solo reduciendo el consumo de la clase trabajadora. Los millones de trabajadores con sueldos de miseria o en el paro no pueden entender esta alternativa como una solución a sus problemas. El capitalismo no se ve afectado por "protestas" como las huelgas "de consumo". Debemos levantar un programa anticapitalista sin complejos, que apunte a superar la crisis capitalista, superándo al capitalismo mismo peleando por un Gobierno de los trabajadores. Las demandas más urgentes son:
-Nacionalización de la banca y todo el sistema financiero. Porque hay que buscar los recursos donde están, porque ellos se enriquecieron cuando era la hora de las vacas gordas, y siguen haciéndolo cuando llega la de las vacas flacas.
-Nacionalización de las grandes empresas. Porque siguen aprovechándose, porque despiden cuando siguen teniendo beneficios, porque ya es hora de que su riqueza vuelva a los que la produjeron.
-Control obrero de la producción y la distribución. Derecho de veto de los comités de empresa sobre toda decisión que afecte a los trabajadores, apertura de los libros de cuentas. Tanto en las empresas que se nacionalicen, como en las privadas y públicas existentes, porque no nos fiamos de ellos.
-Escala móvil de salarios y horas de trabajo. Trabajar menos para trabajar todos y reparto del trabajo: por las 35 horas semanales en cómputo semanal y sin reducción salarial. Porque no permitiremos que se condene al paro a toda una generación.
-Salario mínimo de 1200 €, pensión mínima igual, subsidio de paro indefinido hasta encontrar trabajo. Porque los trabajadores no tienen por qué sufrir la crisis de un sistema inhumano que los condena a la miseria cuando la productividad del trabajo permitiría una vida digna para todos.
-Por el derecho a la vivienda. Paralización de todos los embargos bancarios, hipotecas y alquileres no superiores al 15% del salario. Nacionalización de todas las viviendas vacías de los especuladores y creación de un parque público de vivienda en alquiler gestionado por trabajadores y usuarios.
-Por la unidad de las filas obreras. Abajo las leyes de extranjería, papeles para todos. Eliminación de todos las modalidades de contratación precaria, subcontratas y ETTs. Todos fijos a plantilla.
Estas medidas no nos las va a regalar ningún Gobierno del PSOE ni del PP, solo las conseguiremos con la lucha y organización hasta lograr que dejen de gobernar los banqueros y patronos y empecemos a hacerlo los trabajadores. La lucha porque la crisis la paguen los capitalistas ha de apuntar por lo tanto a la lucha por un Gobierno de los Trabajadores, que establecería la verdadera democracia aboliendo la monarquía y permitiendo que se ejerza el derecho a la autodeterminación de los pueblos. En suma, el único gobierno capaz de dar respuesta a nuestras necesidades más acuciantes, al conjunto de demandas democráticas y económicas de la clase trabajadora y los pueblos del Estado español.
Clase contra Clase (FT-CI) y Grupo de Comunistas Internacionalistas.
1º de mayo de 2011
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