Debacle
total del “nuevo reformismo”
LA
GRAN TRAICIÓN
TSIPRAS,
DE LA “ESPERANZA” DE LA IZQUIERDA A NUEVO AGENTE DE LA TROIKA
EN GRECIA
Alexis
Tsipras ha resultado una estrella fugaz. Llegó
al gobierno prometiendo que acabaría con la austeridad.
Posó como David enfrentándose al goliath europeo. Mareó la perdiz
durante meses. Convocó un referéndum que enfureció a los poderes
dominantes. Todo para finalmente venderse, burlarse de la decisión
popular y aceptar
condiciones peores que las que estaban sobre la mesa
cuando se levantó de la negociación. Es necesario sacar
todas las lecciones de lo sucedido.
Humillada
por el referéndum, la Troika humilla a Grecia en venganza
Apenas
acababa de completarse el recuento de los votos en el referéndum del
5 de julio y ya el gobierno griego se rendía incondicionalmente
en Bruselas. Tsipras volvía a Grecia trayendo un acuerdo peor
aún que el que se le ofrecía el 25 de junio, antes del lío.
Consiguió que el Parlamento se lo aprobase el día 11. Esta
votación, que significó que Grecia abandona su soberanía,
también significó el final del gobierno “antiausteridad”.
Tsipras perdió la mayoría absoluta porque Syriza se rompió
(el socio de gobierno ANEL votó sin fisuras la rendición). La
medida se saca adelante con los votos de los partidos del ajuste, ND,
PASOK y To Potami, frente a los votos en contra y abstenciones de la
izquierda de Syriza, KKE (Partido Comunista Griego) y XD (Amanecer
Dorado, nazis). Pero lo peor estaba por llegar.
Lo
que planteó la nueva cumbre del euro del día 12 era una
humillación en toda regla.
Grecia debía aumentar
su IVA,
incluso para el turismo, recortar
más el sector público
(bajar sus salarios y más despidos), recortar
de nuevo las pensiones,
“reformar las relaciones laborales” (es decir, reducir el poder
de negociación de los sindicatos y facilitar
los despidos colectivos)
y crear un fondo presidido por un griego pero supervisado por las
“instituciones” (el nuevo nombre de la Troika) para privatizar
lo que queda por privatizar.
Todo esto había que hacerlo rápido, con plazos fijados por el
Eurogrupo. Pero hacerlo
no garantizaba dinero,
sólo era la precondición para comenzar la negociación de cara al
tercer
rescate,
que en cualquier caso no incluirían ni
reestructuración ni quitas de la deuda
(Varufakis hace un análisis penetrante frase
por frase del texto en su blog personal)
Por
lo visto, parece que realmente Tsipras creía que la celebración de
un referéndum iba a ablandar el corazón de los acreedores. Tras la
victoria aplastante, incluso se permitió un gesto “conciliador”
destituyendo a Varufakis, el ministro que ha tenido al menos
el mérito de ganarse el odio de todos los poderes de Europa.
Pero no. Cuando el nuevo ministro de economía, Euclid Tsakalotos,
llegó al Eurogrupo se encontró con la hostilidad general y sobre
todo con que Schläube, el ministro de finanzas alemán, que es el
que allí parte el bacalao, estaba decidido a forzar la aceptación
de un nuevo plan de austeridad fortísima junto al tercer rescate, o
echar a Grecia del euro. Porque lo que les importa no es ya que
Grecia pague. Los verdaderos acreedores ya cobraron (los
bancos privados que prestaron dinero a Grecia), aunque con una
pequeña quita. La deuda ahora está en manos de los estados,
es decir, que son los contribuyentes europeos los que perderían
dinero. ¿Esto les va a preocupar a los gobiernos del euro que han
tomado a cargo de esos mismos contribuyentes las deudas de sus
propios bancos? ¿Les preocupa a los estados español, francés,
italiano, incluso alemán, perder dinero porque Grecia no les pague
sus deudas? ¿Les ha importado acaso salvar a sus propios bancos
tirando dinero que saben que nunca recuperarán? A fin de cuentas
están planteando prestarle dinero a Grecia con unas condiciones
“super ventajosas”: bajas tasas de interés, larguísimos
períodos de maduración... es que le prestan dinero para que paguen
los intereses de los anteriores préstamos. Se presta para
devolver lo anteriormente prestado, mientras Grecia se endeuda más y
más. Esto lo vimos en América Latina y ahora lo vemos en
Europa. No, los gobiernos europeos no actúan motivados por la
prisa por recuperar su dinero (salvo algunos como Malta, Estonia,
Eslovaquia o Eslovenia, que no pintan nada). De lo que se trataba
ahora era de humillar al pueblo Griego, que no sólo ha sido
el primero en Europa en elegir un gobierno antiausteridad sino que, a
pesar del chantaje del cierre bancario provocado por el Banco Central
Europeo y de la avalancha propagandística desde los medios, se
expresó rotundamente contra las autoridades europeas en el
referéndum.
Ante
este muro de intransigencia, Tsipras se quedó sin más ases en la
manga. Y capituló de nuevo.
Salió
de la cumbre habiendo acordado poner a votación en el parlamento
griego en un plazo de 72 horas el nuevo acta de sumisión. Hacían
falta dos votaciones más, celebradas los días 16 y 23. Ha tenido
que reestructurar el gobierno, echando a los ministros de la
Plataforma de Izquierdas de Syriza. Como ha sido buen chico, el
Banco Central Europeo afloja la presión y los bancos se reabren.
Yanis Varufakis y también Paul Krugman, como cientos de miles de
tuiteros griegos, tienen razón: denominan a lo ocurrido “un
golpe de estado”.
Sin
un sólo tiro, Grecia se ha convertido aún más en un protectorado
de la Unión Europea. En el Parlamento Griego se vota lo que diga
Bruselas. Nadie piensa que el acuerdo sea bueno, ni siquiera que
tenga sentido. El informe del Fondo Monetario Internacional dice
que es de imposible cumplimiento y que es necesario hacer una
quita de la deuda. El mismo Tsipras admite que se trata de un
plan que va a empeorar aún más la situación económica de
Grecia sin por ello avanzar en liberarse de la carga de la deuda.
Ha pedido que se apoye no por sus virtudes intrínsecas sino porque
no hay otra salida.
Syriza:
el paradigma del neorreformismo europeo: política “popular” sin
tocar el capitalismo ni el euro
Syriza
se fundó en 2004, con Synaspismos (el ala neo-eurocomunista del
Partido Comunista Griego) y grupos ex revolucionarios que giraban
rápidamente a la derecha: los maoístas del KOE y los
seudotrotskystas de las diversas tradiciones de Militant y una
escisión de los cliffistas, hoy convertidos en la representación
extraoficial del Secretariado Unificado (SU).
No
es el único país donde se ha formado esta variante de “nueva
izquierda”. En Francia el "Front de la Gauchees la unión
del grupo de Mélenchon, escindido de los socialistas, el PCF y gente
desgajada de la exLCR por la derecha. En Portugal el Bloco de
Esquerda es la unión de un grupo exmaoísta, del PSR (SU) y de
una escisión “renovadora del PCP. A pesar de no reivindicarse
siquiera de la izquierda, en España Podemos es lo mismo: un
núcleo de gente exPCE y exIU (Iglesias, Errejón, Monedero) y
Anticapitalistas (SU). Lo mismo en Italia con Rifondazione, en
Alemania con Die Linke, en Dinamarca, en Escocia, etc,etc.
Todos
se presentan como una “nueva izquierda”, distinta de la
socialdemocracia pero también de los partidos comunistas
tradicionales (aunque muchas veces éstos forman parte y en el
Parlamento Europeo suelen entrar en el mismo grupo, el de la
Izquierda Europea, GUE-NGL). Tienen un lenguaje “moderno”, más o
menos desvinculado del “obrerismo” tradicional, son
“ecologistas”, “feministas”... Están formados con los
mismos ingredientes: sectores stalinistas que hablan mucho de
Gramsci, de Althusser, de Poulantzas, procedentes de los PC´s o del
maoísmo; y el SU (ahora se llaman “Comité Internacional de la IVª
Internacional”) que renegaron del trotskysmo en nombre de
constituir “partidos anticapitalistas” amplios, no
revolucionarios. Es el mismo vocabulario, “contra el dogmatismo”,
“convergencia”, “diversidad”. Y la misma política real:
electoralismo, lucha por la “democracia” en lugar de por el
socialismo, capitulación al euro, programa económico keynesiano.
La
diferencia es que esta es la primera vez que uno de ellos llega al
gobierno y pone en práctica su programa. De modo que todo el
mundo ha podido ver que los revolucionarios no exageramos cuando
decimos que no hay ningún espacio para una política reformista en
la actual situación del capitalismo. O se es un agente de la
austeridad o se rompe con la burguesía. Pero este neorreformismo
está tan lejos de hacer esto como de viajar a la Luna.
¿No
había otra alternativa? ¡salir del euro y de la UE para implementar
una política socialista!
Tsipras
en ningún momento ha dicho que el acuerdo sea bueno. Todo lo
contrario. Lo está vendiendo como una imposición, como un acuerdo
nefasto. Cuando pide que se acepte no lo hace por sus virtudes
intrínsecas sino porque “la alternativa sería peor”. La
alternativa sería salir del euro, la “Grexit”.
La
Troika y sus ecos mediáticos presentan la Grexit como la catástrofe
total. Y el pueblo griego les cree: en 2012 y luego en 2015 votaron
masivamente a Syriza (que previamente no sólo no era mayor que
el KKE sino que no destacaba siquiera sobre los grupos que hoy forman
ANTARSYA). No fue sólo por su campaña “por un gobierno de
izquierdas que rompa con la austeridad” (que por cierto, al
final se ha convertido en “por un gobierno “de salvación
nacional” en coalición con la derecha que aplique la austeridad”).
Fue porque frente al resto de la izquierda, prometían parar la
austeridad sin salir del euro. Algo que parecía menos “radical”
aunque se ha demostrado radicalmente imposible. Incluso muchos
votantes del no querían seguir en el euro. Así nos encontramos
con que, en lugar de ser el primer gobierno europeo elegido sobre la
base de enfrentarse a la austeridad el que amenace con salir del
euro, es el ministro de finanzas alemán el que blande la amenaza
de echar a los griegos.
Tsipras
está convencido de que hay que seguir en el euro. Como ha revelado
Varufakis tras salir del gobierno, ningún plan B para salir del
euro fue siquiera discutido, a pesar de que el propio Varufakis
presentó uno, porque era algo que Tsipras ni contemplaba.
Pero
salir del euro es algo totalmente razonable. No hace falta ser
un revolucionario socialista, hay muchos burgueses que lo ven como
necesario -en Grecia los fascistas de Amanecer Dorado, pero en
los Estados Unidos los Nobel de economía, los “progresistas”
keynesianos Krugman y Stiglitz.
Desde
luego, salir del euro no sería indoloro. Pero seguir en él
tampoco lo es. Salir del euro es una premisa necesaria para
comenzar una política verdaderamente socialista. Además es
posible.
Los
encubridores de la traición se están empleando a fondo para
justificar a Tsipras. Plantean como una maniobra táctica hábil
para ganar tiempo no haber salido del euro cuando el BCE les
forzó al corralito pero el referéndum mostró el gran apoyo popular
que tendría un enfrentamiento total con la Troika. Hay quien compara
la firma del pacto de austeridad ¡con la firma del tratado de
Brest-Litovsk por los bolcheviques! Éste fue un tratado muy
penoso que los bolcheviques firmaron con Alemania para poder mantener
el poder obrero. Y salió bien: todas las concesiones fueron
recuperadas al poco tiempo con el estalllido de la revolución en
Alemania. Pero en Grecia no hay un gobierno de los trabajadores,
hay un gobierno burgués, un gobierno de “izquierda” defensor del
capitalismo. No hay comparación posible, no ha sido una
retirada para salvar la revolución sino para descabezarla.
No
hablamos gratuitamente de revolución. En Grecia hay una situación
prerrevolucionaria que evoluciona a hacerse abiertamente
revolucionaria. Donald Tusk, presidente de la Comisión Europea,
lo ha
declarado al financial Times.
La
alternativa socialista es posible. La clase trabajadora podría
llegar al poder a corto plazo. Una vía posible sería la de la
constitución de un frente único con la Plataforma de
Izquierdas (que previamente tiene que romper con Syriza), el KKE y
ANTARSYA que constituya un gobierno de los trabajadores. Este
gobierno podría inmediatamente aplicar medidas de emergencia en
favor de los desfavorecidos.
Cuando
el poder
estatal está en manos de los trabajadores,
cuando este poder estatal no tenga ningún miramiento con los
capitalistas, hay muchos
recursos que podrá usar.
Por ejemplo, los capitalistas griegos (incluyendo muchos exministros
de ND y PASOK) tienen en cuentas suizas tantos
millones como concede este tercer rescate. Ahí está gran parte
de la inmensa fuga de capitales que ha sufrido el país desde la
victoria electoral, ya que no ha habido ningún control.
Se
dice que si se denuncia la deuda no se encontrará financiación.
Pero el resultado de los Memorandos es que Grecia ha conseguido
cifras de un 4% de excedente primario (exceso de los ingresos sobre
los gastos del estado antes de pagar los intereses de la deuda); si
se decide el no pago, esto se quedaría en el país y serían
recursos del estado para invertir. Etc, etc, es imposible de antemano
prever los
pasos que un gobierno de los trabajadores tendría que tomar: salir
del euro, controlar todo el sistema bancario, salir de la OTAN, parar
la inflación, cortar la fuga de capitales, montar algún mecanismo,
para procurarse los insumos necesarios para poner en marcha el país,
etc. Siempre teniendo en cuenta que si esto pasara, la
simpatía y solidaridad de los trabajadores de todo el mundo no
dejaría de aparecer
y se convertiría en una fuerte baza para el poder obrero griego.
Como decía Lenin, “es
imposible avanzar sin marchar hacia el socialismo”
(“La
catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla”).
Nada
de esto puede esperarse de Tsipras y su gobierno. Como el suyo no
es sólo un gobierno burgués de Frente Popular, comprometido a
salvar al capitalismo, sino también un gobierno delegado de la
Troika para aplicar el plan de ajuste, es inevitable que se
convierta en un gobierno represor contra las movilizaciones
revolucionarias que inevitablemente se van a dar. El día 15,
cuando hubo huelga general del sector público, la policía
antidisturbios atacó brutalmente una manifestación en la
plaza Syntagma. Tres detenidos, dos de ellos, un maestro y un
dependiente de librería, ambos dirigentes sindicales, son
militantes de la OKDE-Spartakos. Y lo siguiente es previsible: la
calumnia en los medios de comunicación contra la oposición
revolucionaria irá paralela a la represión selectiva. Porque
todos, desde Tusk a Tsipras, se dan cuenta del peligro de que la
situación evolucione de un modo revolucionario.
Pero
de este modo, Tsipras y Syriza se convertirán en cómplices de
una posible evolución fascista de la situación. Porque no se
puede engañar gratutitamente a la gente. Aunque las encuestas siguen
hablando de un gran apoyo a Syriza, es inevitable la ruptura
popular de masas, ante la desilusión por el engaño y las
penalidades que promete el nuevo plan de ajuste. Y si no hay una
alternativa obrera revolucionaria, los nazis podrían recoger este
descontento.
Escarmentar
en cabeza ajena: IU, Podemos. Ahora en Común, Compromís,
Anticapitalistas...
Mientras
esto ocurre, en España el debate en la izquierda está dominado
por una absurda discusión sobre si Podemos se tiene que presentar
solo o con IU, que es en lo que se resume toda la palabrería de
Ahora en Común. Como para las municipales, de lo que se discute
no es de programa sino de puestos.
Pero
todos
tienen algo en común: todos encubren la traición de Syriza.
Podemos, IU, Compromís, Equo, Ahora Madrid, todos
apoyaron explícitamente al gobierno de Tsipras. Durante el
referéndum, nos hartamos de ver a los portavoces de Podemos
(incluyendo a Miguel Urbán, de Anticapitalistas, que pasó la
campaña en Atenas) y a los de IU explicándonos que Tsipras le ha
devuelto la palabra al pueblo, que la democracia vencía a los
mercados, etc, etc. Bueno, ¿ahora qué? Porque Tsipras
sólo le dio la palabra al pueblo para acto seguido hacer todo lo
contrario.
Los
reformistas (nuevos y viejos) no paran de hablarnos de la “ventana
de oportunidad” que se abre en las próximas elecciones. ¡Ahora o
nunca! Dicen que será la última oportunidad en mucho tiempo para
derrotar a los partidos del régimen, al bipartito PP-PSOE. Pero lo
sucedido en Grecia nos debe servir de lección. Quitar a PP-PSOE
para poner un Iglesias-Tsipras cualquiera que le capitule a la Troika
no tiene sentido. Los tiempos de la lucha de clases no son el
calendario electoral. La situación ha empezado a moverse, pero
todavía lo hace lentamente. Ya acelerará, conforme se vaya
desarrollando la situación revolucionaria. La tarea de los
revolucionarios proletarios es construir el partido comunista
revolucionario internacionalista, indispensable para el triunfo de la
revolución social.
Ese
partido no se construirá sólo por la vía del crecimiento de alguna
de las organizaciones ya existentes. Ni siquiera por la necesaria
unificación de éstas. Hace falta la confluencia
con los los nuevos sectores de masas que se incorporan a la lucha
conforme se avanza hacia la revolución. Pero confundir este
“movimiento real” con el neorreformismo es criminal. Porque
estamos ya en la situación en la que este neorreformismo ya puede
llegar al poder, en Grecia, mañana en España, quién sabe si a
corto plazo en Francia, y no habrá que esperar décadas para que el
verdadero contenido de su política quede claro para la mayoría. Y
entonces, nada podría ser peor que los revolucionarios aparezcan
ante las masas como el “ala izquierda” del neorreformismo en
bancarrota en lugar de como su alternativa más decidida. Todavía
hay tiempo. Mañana no será así.
Grupo
de Comunistas Internacionalistas, 26/VII/2015
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