Tremendo
desbarajuste en el sistema de partidos,
fuerzas
“alternativas” al frente de municipios clave;
pero ¿un
paso adelante para la clase trabajadora?
El
resultado de las elecciones
municipales y autonómicas del 24M, celebradas cerca del primer
aniversario de la abdicación de Juan Carlos,
ha sido a la vez previsible
y sorprendente. Previsible
porque se inscribe en la tendencia, a la desestabilización del
conjunto del sistema de partidos del régimen, una tendencia marcada
por las europeas pero que se apuntaba desde antes. Y sorprendente,
porque era imposible preveer las combinaciones concretas a las que
iban a dar lugar los resultados.
Los
dos partidos que han sido el puntal del régimen caen
estrepitosamente, fundamentalmente el que tiene la
responsabilidad del gobierno y por lo tanto la de los recortes; pero
los resultados no son tan simples como para decir que suben los dos
que se plantean como recambio. Por todas partes han obtenido
magníficos resultados las candidaturas llamadas “de unidad
popular”: las alcaldías de Madrid y Barcelona, así como
Valencia y Zaragoza son sus símbolos.. Pero, ¿qué significa esto
para la clase trabajadora? Porque estas candidaturas ni se
reivindican obreras ni socialistas. Por el contrario, se postulan
como “ciudadanas”. Es decir, no son de “unidad popular”,
expresión que parece sugerir la unidad de los explotados y oprimidos
contra los explotadores, sino de Frente Popular, que representa la
unión de los explotados con los explotadores autodenominados
“democráticos”.
¿Cómo
continuar la lucha por el socialismo en este marco?
Hundimiento
del PP
Los
dirigentes del PP, mientras se les escapaban exclamciones como “qué
hostia” (Rita Barberá), el primer día intentaron aferrarse a
que seguían siendo el partido más votado. Pero la realidad se
impuso en menos de una semana. Los resultados han sido un
desastre para el PP, que acumula una pérdida de votos de dos
millones y medio desde las municipales anteriores. En este momento,
para un partido que no sólo es un instrumento de gobierno al
servicio de la burguesía, sino también un aparato corrupto
dedicado al enriquecimiento de sus dirigentes y sectores
clientelares, la cantidad de votos que mantienen es irrisoria si
tenemos en cuenta que el resultado ha sido perder gobiernos
autonómicos -Pais Valenciá, Aragón, Castilla La Mancha, casi
pierden Madrid y Castilla León... y también ayuntamientos
básicos como las de Madrid y Valencia.
Es
evidente que los recortes y la corrupción les ha pasado factura.
El machaque constante de Rajoy con la “recuperación económica”
no les ha servido de nada. ¿Qué han hecho sus votantes? Nunca
fueron votantes de la clase trabajadora y las clases bajas, salvo
marginalmente. El PP se ganó a un sector popular -clase media
asalariada y pequeña burguesia- en las elecciones del 2011 sobre la
base de un malentendido, un quid pro quo: ellos por omisión
aparecían como garantes de las pensiones y del estado del bienestar
y eran alternativa ante el “desastre al que nos había llevado
Zapatero”. De hecho, para cabreo de los liberales doctrinarios,
todos los ataques a las pensiones, salud y educación que ha
realizado el gobierno los ha emprendido bajo la excusa de “salvar
los servicios públicos” aunque los estuviera asfixiando ante la
vista de todos; nunca se le ocurrió lanzar la batalla ideológica
de la necesidad de privatizar y acabar con el estado del bienestar
como hizo Thatcher porque saben que si lo hicieran su base electoral
desaparecería. No hay un sector pequeñoburgués y burgués de
masas clamando por el liberalismo, porque cada uno se pague sus
pensiones, sanidad y educación, como sí lo hay en Gran Bretaña.
Esta
es la razón profunda -como bien comprende Arriola, el asesor
electoral de Rajoy- por la que una parte considerable de los que
votaron al PP se han desencantado. En estas elecciones la
inmensa mayoría ni ha votado, sólo una minoría se decidió por
Ciudadanos. Esto es un fenómeno nuevo por estos lares, hasta ahora
este tipo de abstención desencantada se daba más entre los
votantes del PSOE e IU. Aún no significa más que el hecho de que
un importante sector que le apoyó está cabreado con el gobierno
del PP sin que todavía se pueda saber si este cabreo
cristalizará en un cambio ideológico a izquierda o a (extrema)
derecha.
El
PSOE, maestro en las carambolas
Una
de las peculiaridades de la situación actual es que el PSOE saca su
peor resultado histórico, pierde 700.000 votos desde las
municipales anteriores y sin embargo, los resultados significan para
él un enorme respiro ya que se convierte en el partido clave
para la formación de muchos de los gobiernos autonómicos y
municipales que salieron de estos comicios.
Hasta
el 24M, dos ideas estaban dando vueltas por la vanguardia: el PSOE
es igual que el PP (“casta”) y el PSOE está muerto.
Ya
hemos hecho referencia en muchas ocasiones a que la idea de la
“igualdad” entre PSOE y PP es propia de la nueva clase media
asalariada cabreada que adopta una pose “ultraizquierdista”.
El PSOE y el PP no son iguales en absoluto, si lo fueran, su
relación mutua como pilares del régimen no funcionaría. La
diferencia no estriba en el carácter de su política: ambos son
partidos procapitalistas. Las posiciones del PSOE sobre aborto u
homosexualidad son las de la burguesía liberal y sus partidos en
otros países. Pero si vamos a juzgar a los partidos sólo por la
política que llevan a cabo y la clase social que se beneficia de
ellas, hay que decir que los keynesianos: Podemos e IU son
igualmente burgueses. La diferencia estriba en que el PSOE
sigue siendo un partido votado masivamente por la clase trabajadora
mientras que al PP le vota en lo fundamental todo lo que esté
ligado a la propiedad o la autoridad. Por eso es imposible para las
fuerzas revolucionarias, comunistas, tener la misma táctica ante
los dos.
En
cuanto a si el PSOE está muerto, es verdad que su crisis mortal ya
comenzó: ya
lo dijimos en su momento. Pero no nos apresuremos. Hemos visto
partidos socialdemócratas “morirse” en otros países y siempre
renacen (con la excepción de Italia, donde el stalinismo se ha
transformado primero en partido socialdemócrata y ahora en partido
burgués sin dejar espacio a la socialdemocracia para que renazca).
El PSOE sigue teniendo más voto obrero que las nuevas candidaturas,
un peso en la burocracia sindical, sectores de la clase media que lo
apoyan como “progresista pero responsable” y hasta sectores
burgueses clientelares. Y la particular configuración del voto que
ha salido del 24M podría convertirse para él en un préstamo de
vida. Todavía tiene que profundizarse más la crisis del régimen
para conseguir reventarlo. Que por cierto, naturalmente, debe
ser el objetivo de todo revolucionario.
El
PSOE pretende posar como el “líder natural” de la izquierda;
las otras formaciones deberían votarle. Ellos mismos juegan con la
idea de que IU, Podemos, Compromís, candidaturas ciudadanas, son
útiles porque les presionan por la izquierda para cumplir su propio
programa. Y no andan muy descaminados en esto.
IU:
¿medio muerta, o muerta en vida?
Las
elecciones han sido un nuevo desastre para IU. El caso
paradigmático de Madrid, donde a su candidatura municipal no la han
votado ni ellos, la mayoría de los afiliados han trabajado para
Ahora Madrid -donde hay una corriente de gente que ha abandonado
sólo formalmente IU, están preparados para volver y hacerse con la
dirección- y los resultados para la Comunidad han sido mínimos, es
el más sangrante. Pero en todas partes les ha sucedido lo mismo. Su
“comprensión” hacia Monago en Extremadura la ha hundido de la
misma manera como en Andalucía lo hizo su cogobierno con el PSOE.
En
IU parece que se avecina la batalla final. Los sectores más
mugrientos del PCE se alían sorprendentemente con los llamazaristas
y la “Izquierda Abierta” contra cualquier tipo de convergencia
con Podemos, mientras que el candidato para las generales, Alberto
Garzón, dice que la “Unidad Popular” es la única salida.
Finalmente, con el apoyo de Cayo Lara, esta ha resultado ser la
posición oficial de IU tras la reunión de su Presidencia
Federal del día 5 de junio.
No
nos vamos a apresurar a celebrar el entierro del stalinismo.
No por falta de ganas, no lloraremos una lágrima por el PCE,
un partido que desde 1931 ha sido el mayor obstáculo interno para
que la clase trabajadora española adoptara una orientación
revolucionaria. Pero IU sigue teniendo militancia real e implantada,
no es sólo un aparato electoral de aluvión lleno de oportunistas
buscando cargos como Podemos (aunque oportunistas buscando cargos
tiene para aburrir), por lo que no va a desaparecer tan rápido
como algunos predicen. Es más, su emplazamiento a Podemos para
construir una “Unidad Popular” y la respuesta negativa de
Iglesias podría darle alas y hacer que en las generales recupere
terreno perdido. Como siempre, sólo el desarrollo de una
corriente revolucionaria en la clase trabajadora, algo que no se
vislumbra, le podría dar la puntilla a este aparato
contrarrevolucionario.
Podemos,
¿reforzado o debilitado?
Pablo
Iglesias está exultante con los resultados. Los está vendiendo
como un éxito apoteósico. Pero en realidad, en todas las
autonómicas en las que se ha presentado Podemos ha sacado en torno
al 15% (20% en Aragón, única comunidad donde el candidato,
Echenique, no es de la cuerda de la cúpula). Esto es un resultado
típico de IU, no el resultado de un partido que se plantea ganar
las elecciones a seis meses vista. Los resultados municipales han
sido mucho mejores, pero, como explicamos más abajo, no son
resultados de Podemos sino de candidaturas unitarias. Son resultados
no extrapolables a las generales porque en éstas Podemos tiene
claro que se presenta en solitario.
Pero
los resultados absolutos no son el único problema, ni siquiera el
principal. El embrollo al que se enfrenta Podemos es que la
fragmentación del voto ha sido tal que les ha obligado a entrar en
pactos, acuerdos y negociaciones. Así que, después de
construirse un discurso basado en vulgaridades sobre la “casta”
ahora resulta que va a haber casta “buena” y casta “mala”,
que son “susto” y “muerte” como gráficamente ha dicho
Teresa Rodríguez. La “virginidad” política que tanto han
mimado la acaban de perder. Llegarán a las elecciones habiendo ya
tocado poder.
Además,
las candidaturas “de unidad popular” sólo son Podemos en la
imaginación de la prensa burguesa. Muchos de sus principales
exponentes ya hablan y se coordinan como si estuvieran montando una
alternativa estatal. No sería un “quinto partido”, más bien se
trata de una pelea con Podemos por el espacio que PSOE, PP y C´s
dejan libre. Si finalmente serán un apoyo para Podemos, lo que está
claro es que no lo serán para Pablo Iglesias y sus acólitos.
Las
candidaturas de “unidad popular”
El
fenómeno específico más interesante del 24M han sido las
candidaturas municipales “ciudadanas”, autodenominadas “de
Unidad Popular”, que en general han obtenido buenos resultados,
especialmente los simbólicos de Madrid y Barcelona. ¿cómo
interpretar este fenómeno?
Nosotros
ya
dijimos que estas candidaturas se formaron en el marco del
período abierto por el 15M, dentro de sus presupuestos
ideológicos: ciudadanismo frente a clasismo, democratismo frente a
socialismo, “democracia de base” frente a forma partido. De
todos modos el hecho que influyó en que adoptaran precisamente esta
forma concreta ha sido la decisión que los tuerkistas ((Iglesias,
Monedero, Errejón...) tomaron en Vistalegre de que Podemos no se
presentase como tal a las municipales. Porque lo que se decidió
allí, aunque ahora Iglesias intente ponerse la medalla del triunfo
diciendo que esto es lo que se votó, el énfasis estuvo en la
negativa, que bajo ninguna circunstancia Podemos se presentase a
las municipales con su sigla (“marca” como dicen ellos). Y
esto no era por un escrúpulo doctrinario ni por amor a la
“convergencia” sino por el terror de que los candidatos
improvisados dieran lugar a algún escandalillo que les quitasen
opciones de cara a las generales de noviembre.
De
hecho, la actitud de Podemos hacia las candidaturas municipales fue
de la arrogancia al sabotaje directo durante el período de su
formación. Al final, para el activismo parece que “bien está lo
que bien acaba”, pero todos los participantes saben lo que
ocurrió, como saben que las simplificaciones periodísticas
asimilando las candidaturas con Podemos no tienen pies ni cabeza.
¿Qué
se puede esperar políticamente de estas Candidaturas de Unidad
Popular”? Lamentablente, hablando claro, es obvio lo que no se
puede esperar. Que pongan la satisfacción de las reivindicaciones
populares por encima del cumplimiento de la legislación burguesa.
No son candidaturas contra las instituciones, no vienen “a
reventarlas desde dentro”. No, son una forma de recuperar para
el régimen a todo un sector del activismo.
Lo
ridículo de la pataleta de Esperanza Aguirre no es sólo que sea
una pataleta porque perdió el caramelo. Se comprende que le siente
mal no ser alcaldesa. No, lo ridículo de sus tácticas de 24 horas
-primero, todos contra Podemos, después abogó por un gobierno de
“concentración” en el ayuntamiento de Madrid, incluyendo a
Podemos, luego el apoyo al PSOE desde fuera, etc- es que las planteó
en nombre de defender a la “democracia occidental” en peligro
por la posibilidad de que se constituyan “soviets” como dice el
programa de Ahora Madrid. El problema es que ni la “democracia
occidental” está en peligro ni Ahora Madrid va a constituir
soviets.
Ojalá
las acusaciones de Esperanza fueran ciertas. Ahora Madrid ha abogado
por asambleas de vecinos que decidan lo que sus representantes
llevarán al pleno o la Juntas de Distrito. Esto no tiene nada
que ver con “soviets”. Los “soviets” (no por su nombre,
sino por su concepto) son un componente imprescindible de un
programa revolucionario, siempre que se entienda bien de qué se
trata: de organismos democráticos y revolucionarios de la clase
trabajadora y los demás explotados y oprimidos que se levantan como
dualidad de poder, como alternativa incompatible con las
instituciones del estado burgués y no como “auxiliares” de
una organización integrada en estas mismas instituciones. En
su momento explicamos este carácter de los soviets, al final de
nuestra hoja sobre Bárcenas. Por eso ni las “Candidaturas de
Unidad Popular” ni Podemos son compatibles con el llamado a
constituir verdaderos “soviets”.
Lo
mismo pasa con Barcelona en Comú. Le faltó tiempo a la aún no
alcaldesa Ada Colau para actuar como intermediaria para que los
técnicos huelguistas de Movistar puedan negociar y acaben con el
encierro en el Mobile World Center (MWC). Después ya ha dicho que
los empresarios no tienen nada que temer de ella.
Pero
el caso de Ahora Madrid es más sangrante. Se trata de una
candidatura construida “desde abajo”, con innumerables asambleas
para decidir el programa, con primarias disputadas entre varias
corrientes, etc. Pero Podemos propuso y se salió con la suya, que
la candidata a alcaldesa sea Manuela Carmena, una exjueza sin
ninguna relación con ningún movimiento de lucha. Una mujer que
constantemente decía “no ser de Podemos”. La mayor parte del
activismo madrileño se batió el cobre en la campaña, la victoria
ha sido tan abultada que ha obligado al PSOE a apoyar su investidura
(cuando su candidato, Carmona, era uno de los más ruidosos críticos
contra el “populismo”).
Pero
cuando Carmena ya es alcaldesa, ¡vaya declaraciones que hace! El
programa tan arduamente discutido no es obligatorio, es una
“sugerencia”. Los activistas son “rígidos” y las
asambleas “no funcionan”. El Banco Municipal prometido no se
va a hacer. Mientras multiplica las declaraciones diciendo que
gobernará “para todos” y se reune con los banqueros para darles
seguridades, empiezan a producirse desahucios y, a diferencia de
Colau, ella ni va ni mueve un dedo para pararlos porque “no van
a hacer cosas ilegales”. Es que Carmena pretende hacer
reformas democráticas pero ni piensa en superar al capitalismo. Al
menos hoy es honrada, porque según dice en la misma entrevista, su
militancia en el PCE fue “instrumental”, es decir, militaba sólo
para tirar al franquismo, como demócrata burguesa, pero no tenía
ningún interés en trascender el marco capitalista.
Es
que, más allá de la mística asamblearia, lo que ha salido de
estas elecciones ha sido un nuevo movimiento reformista, que no
es rupturista ni siquiera a nivel de régimen (las candidaturas
no se pronuncian por la república, las que no están en
nacionalidades oprimidas no hablan de autodeterminación, etc).
Montoro
puede amenazarlas impunemente en sus declaraciones del día 12,
el día antes de la constitución de los nuevos gobiernos
municipales. Dijo que los nuevos alcaldes tienen que saber que
hay leyes, que hay un límite al gasto, que si alguien no cumple
será destituido y caerá sobre él el peso de la ley... Sabe
que estas amenazas bastan. Porque las candidaturas de “Unidad
Popular” no tienen intención de poner el bienestar del pueblo por
encima de la ley burguesa. Dicho con otras palabras, no tienen
ninguna intención de hacer la revolución. El fenómeno de las
candidaturas de “Unidad Popular”, aunque recién formado y aún
no consolidado, es un nuevo obstáculo, fortalecido por sus
posiciones institucionales, que se erige en el camino del desarrollo
revolucionario de la clase trabajadora.
De
aquí en adelante
Las
elecciones del 24M son vistas por todos los aparatos
burocráticos del movimiento de masas, pero lamentablemente también
por las masas mismas y el activismo, como un jalón hacia las
elecciones generales de noviembre, el horizonte temporal que lo
domina todo. Y este horizonte es tan cercano -incluso si no se
materializase el rumor de que las elecciones se adelanten- que
probablemente no dará tiempo a que las masas hagan una
experiencia con los gobiernos municipales y autonómicos salidos
del 24M.
Nosotros
comprendemos la vía elegida por muchos que se revindican
“revolucionarios” y hasta “trotskystas”, la de trabajar
dentro de Podemos y/o en las candidaturas “de unidad popular”,
intentando organizar a los descontentos con el inevitable giro a la
derecha que se va a ir produciendo. Pero estamos totalmente en
desacuerdo con esa táctica. Estos grupos son muy pequeños y
sus ideas no son conocidas. Su presencia en Podemos y demás se
convierte más en una excusa para las direcciones -¿veis? Se pueden
hacer críticas desde la izquierda y a pesar de todo estar dentro,
“sin romper la unidad”, dicen- pero no puede convertirse en
un catalizador de corrientes revolucionarias.
Si
la táctica del entrismo se ha demostrado históricamente bastante
difícil, con más fracasos que éxitos, en este caso es
especialmente complicada. Cuando los revolucionarios hacen
entrismo en una organización obrera reformista, socialdemócrata
o stalinista pero que esté pasando por una fase centrista en
la que sectores de la base comienzan a romper políticamente por la
izquierda con su dirección, los revolucionarios siempre pudieron
apoyarse en el hecho cierto de que permanecen fieles a los
principios clasistas y anticapitalistas sobre los que ambas
corrientes se fundaron aunque sus direcciones los abandonaron hace
décadas. Por el contrario, Podemos se ha construido desde el
principio como una organización ciudadana, ni obrera, ni de
clase, democratista y no socialista. No se puede acusar a Pablo
Iglesias y adláteres, por lo tanto, de haber traicionado su
programa por no ser de clase ni atacar al capitalismo como tal sino
sólo sus manifestaciones más dolorosas.
Por
nuestra parte, hemos comenzado un diálogo con sectores que se
reivindican revolucionarios y planteen una vía por fuera de
Podemos. Nuestra intención es ir formando un polo
revolucionario independiente, alrededor de las ideas de
independencia de clase y programa anticapitalista. Aunque sólo
sea propagandístico y de cooperación en las luchas, es vital ir
creandolo porque si no a corto plazo (cualquier candidatura
revolucionaria sería testimonial en noviembre), a medio plazo su
necesidad se va a hacer sentir con fuerza en la vanguardia.
Sin
duda muchos de los participantes, activistas, dirigentes de la
futura revolución proletaria hoy están participando en
candidaturas “de unidad popular”. Pero para pasarse al lado
de la revolución proletaria tendrán que romper con ellas, no sólo
organizativamente, sino políticamente, con toda esa ideología
“ciudadana”, de “empoderamiento”, de “tomar las
instituciones”, etc. Una corriente obrera, comunista,
revolucionaria, no surgirá por maduración sino por ruptura de este
movimiento. Porque sólo la clase trabajadora unida, atrayendo a
su alrededor a todos los sectores explotados y oprimidos puede
arrebatarle el poder a los explotadores y abrir la vía al
socialismo. Sin embargo, la "unidad popular" es la unión
entre diversas clases, sin ningún protagonismo del proletariado y
con la puerta abierta, ya que también son "ciudadanos" a
la participación de las clases explotadoras. La "unidad
popular" es la antesala del frente popular.
Grupo
de Comunistas Internacionalistas, 28-VI- 2015
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