lunes, 16 de junio de 2014

JUAN CARLOS I ABDICA DEL TRONO:

ABAJO CON LA MONARQUÍA
NO A LA SUCESIÓN
POR LA REPÚBLICA Y LA AUTODETERMINACIÓN
POR UN GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES
El lunes 2 de junio, un anuncio espectacular lo cambió todo: ¡El rey Juan Carlos I anunciaba que había decidido “dar fin a su reinado”!
El elemento de cansancio, de rendición que haya por detrás de ese acto no puede tapar que la abdicación, la cual nos enteramos que se planeaba desde 20, no significa en la mente de Juan Carlos ni de los demás que estaban en el ajo la caída de la Monarquía, sino todo lo contrario. Juan Carlos no huye como su abuelo, sino que da un paso atrás para que la Monarquía avance. La intención es que sirva para relanzar una institución que está en sus horas más bajas. Pero está por ver si Juan Carlos no ha cometido un error, en vez de dar un paso atrás da otro de sus famosos tropezones y su renuncia al trono se convierte en el pistoletazo de salida para la caída de la monarquía.
 


La monarquía, tocada
La misma tarde del día de la abdicación, hubo concentraciones y manifestaciones, de dignas a inmensas, en toda la geografía española. Aunque IU, Podemos y Equo llamaron a acudir, las movilizaciones fueron en lo fundamental espontáneas. Incluso más allá de las movilizaciones callejeras, las redes sociales se llenaron de chistes contra el exmonarca. ¿No era hasta hace poco la monarquía la institución más valorada? Pues eso parece haberse acabado. El día 6 el portal “Libertad Digital” convocó a favor de la Monarquía en los mismos lugares y horas que las movilizaciones contra la monarquía, e hizo el ridículo. Prácticamente nadie está dispuesto a movilizarse en defensa de la monarquía.
Hace unos años, el triunfo del plan de la transición era total: el Rey estaba colocado por encima de todo, aparecía como ajeno a la política concreta, a las medidas antiobreras y antipopulares, a la corrupción. La popularidad de la institución era tal que el conglomerado de individuos y grupos que estaban hablando de montar una movilización “ciudadana” (acabaron llamándose Democracia Real Ya y la movilización fue el 15M de 2011), en su búsqueda de un discurso que no produjera ningún rechazo para unir al máximo número de gente, prohibieron hablar de la monarquía.
Así, en las primeras movilizaciones y acampadas del 15M, la bandera republicana estaba proscrita -¡no así la monárquica!- y en las innumerables comisiones de las acampadas, se hablaba de todo tipo de cambios de la ley electoral, de democracia “directa”... pero hablar de la república era tabú.
¡Cómo han cambiado las cosas! Hoy, en 2014, la crítica a la monarquía está en todas las conversaciones y no sólo de la gente más de “izquierda”. La bandera republicana no falta en ninguna movilización, aunque sea del 15M o simplemente sindical. Hasta Izquierda Unida, la coalición dirigida por el Partido Comunista de España, el principal responsable de la legitimación de la monarquía de Franco en la transición, habla hoy día sí y día también de la “tercera república”.
Desde luego, una parte importante de este cambio de situación se debe al comportamiento del propio Rey. Tras tantos discursos de Navidad llamando a “apretarse el cinturón” y proclamando que todos estamos “en el mismo barco”, una nueva caída de pronto reveló que el Rey en 2012 estaba en Botswana cazando elefantes, acompañado de una “amiga”. Esto derribó al ídolo en la mente de millones. El “lo siento, me he equivocado, no se volverá a repetir” del Rey difícilmente pudo contrarrestar el efecto. La imagen de un Rey que engaña a su mujer repetidamente, que suele irse de safari a cazar, frecuentemente especies en peligro, un Rey senil, que no para de caerse y que tiene dificultades para leer sus discursos, que tiene negocios a espaldas del pueblo con todo tipo de jeques y estafadores, negocios que emprende con el dinero que le damos del que no rinde cuentas y con su fortuna personal que es desconocida, un rey que mantiene relaciones estrechas con todo tipo de dictadores y magnates del mundo; es cada vez más la imagen del rey que tienen amplios sectores populares, con fuerte reflejo incluso en la prensa burguesa. Hace tiempo que dejó de ser patrimonio de los sectores revolucionarios o independentistas que eran hasta recientemente los únicos que cuestionaban la Monarquía.

La abdicación arroja a la socialdemocracia a una crisis de disgregación
El gobierno, que estaba desde el principio en el secreto de la abdicación, ha dado los pasos para la sucesión. Tan contentos han estado con el reinado de Juan Carlos I que en estos años ni habían elaborado la Ley Orgánica que la Constitución prescribe para la sucesión. En una semana lo han hecho. El fleco que les queda es cómo protegerán al rey, que pierde ahora su inmunidad judicial. Pretenden aforarlo, es decir, someterlo a una jurisdicción especial, como los diputados y altos cargos del estado y el poder judicial. Pero es difícil racionalizar tal protección para alguien que pasa ahora a ser un ciudadano privado.
El gobierno pensaba que no había problema. La ley orgánica se iba a votar el día 11 de junio, el PP tiene mayoría absoluta y de todos modos casi todos los partidos han formado parte del “consenso monárquico” de la Transición. Como decía Rajoy, no se iba a votar monarquía o república, se iba a tomar nota de la abdicación y la sucesión. Pero el ambiente de la calle se ha filtrado en la cámara. Los nacionalistas burgueses del PNV y hasta de CiU se han abstenido. Las tensiones nacionales les impiden votar a favor. La izquierda vota en contra, por la república. Debería ser evidente, pero hasta ahora no era así. Pero lo más importante, y lo más inesperado hace apenas un mes, es la crisis que esta situación ha traído al PSOE.
Está claro que el hecho de que Rubalcadáver, que se va pero no se va se haya quedado hasta ahora tenía como objetivo asegurar la disciplina del grupo parlamentario. Y casi lo ha logrado, aunque se le han escapado dos y Odón Elorza, el exalcalde de Donosti (1991-2011) se quedó para abstenerse. Esto era una “misión de estado” que le ha merecido a Rubalcaba el elogio exaltado de la prensa católica.
Pero esa votación no resuelve la crisis del PSOE. Si la apabullante derrota electoral de las europeas ha agrietado al partido, si el fracaso estrepitoso en Catalunya casi lo ha fracturado, la repentina popularidad de la consigna de república, que está en “los genes” del PSOE como dice Rubalcaba (para acto seguido ensalzar la Monarquía) ha acabado por hacerlo pedazos. Tanto Madina como Sánchez han hecho guiños al movimiento, pidiendo libertad de voto, etc. Susana Díaz, un cachorro del felipismo de la que resultaría inimaginable tales veleidades, ha decidido no presentarse. Izquierda Socialista lanza un candidato a la secretaría general que apoya la idea del referéndum, también lo apoyan las Juventudes Socialistas de forma oficial, etc, todo esto no es un “truco”, una “maniobra”, es una verdadera crisis de descomposición que finalmente ha llegado al aparato político de la socialdemocracia, su “pasokización” final. Desde luego, no significa el fin de las ideas reformistas en la clase trabajadora. Hemos ido denunciando que las ideas keynesianas y del “estado del bienestar” que caracterizaban a la socialdemocracia de los 1960´s y que hoy ha abandonado son enarboladas ahora por los aparatos sindicales, IU, el 15M y Podemos. Pero eso no quita importancia a que el aparato burocrático más terrible, el más formidable partido obrero burgués, el partido que tradicionalmente recibe más votos de los obreros industriales, que dirige en realidad las dos centrales sindicales mayoritarias, se vaya al garete. Su descomposición se prolongará algo en el tiempo pero irá abriendo muchos espacios políticos hoy no esperados.
Y no tendremos que esperar mucho para ver aparecer también una crisis de disgregación en los aparatos burocráticos sindicales de UGT y CCOO. Es que la profundidad objetiva de la crisis histórica del capitalismo que estamos atravesando va poco a poco carcomiendo todas las instituciones. Es realmente el “viejo topo” que está hozando hasta asomarse cuando todo se hunda desde los cimientos.

¿Referéndum? ¿”proceso constituyente”? ¡derroquemos a la monarquía en las calles!
De forma espontánea, la consigna de un referéndum para oponerse a la continuidad dinástica se ha extendido como la pólvora. Vista como la forma más “alcanzable” de conseguir la república, ha sido inmediatamente recogida por IU, Podemos y Equo. Es lógico. Es una consigna que se basa en que lo importante “es que la gente se pronuncie”. Aparece como una consigna “posible” porque se la presenta como factible bajo la legalidad del régimen.
Pero un referéndum es siempre una incógnita. De ninguna manera está asegurado que implicase un veto popular al reinado de Felipe VI. Si lo ganase, aportaría a Felipe la legitimidad democrática de la que carece.
Para nosotros lo importante, lo decisivo desde un punto de vista revolucionario, es profundizar la movilización, con el objetivo de la caída de la monarquía. Lo de menos es si se celebra o no el referéndum, lo importante es que caiga la monarquía. La consigna de “referéndum y que el pueblo decida” tiene hoy la posibilidad de movilizar masas. Pero los revolucionarios no pueden dejar de aclarar que es una consigna inalcanzable si se mantiene el régimen actual. Su única utilidad consiste en desprestigiar a la Monarquía. Esto no nos lleva a rechazar la consigna, porque la lucha por el referéndum puede llevar a las masas a enfrentarse con la realidad del régimen. Lo que nos conduce es a rechazar presentarla como una panacea, que da solución a la crisis cuando apenas es un primer paso hacia la salida.

La monarquía no va a caer sin lucha
Pero, ¿La monarquía podría caer? En España ha pasado dos veces. Es cierto que, cuando ha peligrado la misma existencia del capitalismo, la burguesía se ha librado de la monarquía. Así lo hizo el gobierno provisional burgués de Rusia en 1917, antes de la revolución de octubre, manteniendo detenida a la familia real zarista, así lo hizo el gobierno socialdemócrata alemán en 1919 mientras huía el kaiser, así lo hizo el gobierno provisional español en 1931 mientras huía Alfonso XIII o así lo hizo el gobierno demócratacristiano-socialista-stalinista italiano en 1946, por poner unos cuantos precedentes comparables.
Pero si no se ve obligada a ello, no lo hará. Para la burguesía la monarquía es una institución útil. Ya lo decía Engels: “la monarquía constitucional liberal es una forma adecuada de la dominación burguesa: 1) al principio, cuando la burguesía no ha terminado totalmente con la monarquía absoluta; y 2) al final, cuando el proletariado ha hecho que la república democrática sea ya demasiado peligrosa. Y sin embargo, la república democrática sigue siendo siempre la última forma de la dominación burguesa, aquella que se parte en pedazos” (carta a Bernstein, 24-IV-1884).
Sin embargo, la Monarquía española no va a caer fácilmente. El problema no es lo que diga la Constitución. No tiene nada de sagrado. Los dos cambios que se le han realizado hasta la fecha, el derecho a voto en las municipales para los ciudadanos de la UE, exigido por el Tratado de Maastricht (1992) y el de poner el pago de los intereses de la deuda pública por encima de cualquier otro gasto del estado (2011) se votaron a velocidad de vértigo por un acuerdo PP-PSOE. Pero la Monarquía, la irresponsabilidad penal del Rey y la negativa al derecho a la autodeterminación son el contenido mismo del pacto con el aparato estatal franquista que se llevó a cabo en la transición. Forman la clave de bóveda del régimen que sustituyó al franquismo y por lo tanto es inimaginable que puedan ser modificados de una forma “suave”.
Pero no se puede descartar del todo que en España se abola la monarquía y se obtenga el derecho de autodeterminación para Euskal Herría y Catalunya, por lo menos, sin revolución proletaria previa. Pero esto es inimaginable como resultado de un simple cambio electoral y de una votación en las Cortes. Sólo puede ser el subproducto de inmensas movilizaciones callejeras, en las nacionalidades oprimidas pero también en la propia España, movilizaciones que de hecho levantarían el espectro de la revolución que es el que se querría conjurar soltando el lastre que representan la monarquía y el control sobre vascos y catalanes.
Por eso, para nosotros, república y autodeterminacion son consignas centrales, pero nunca las desligamos de las consignas transicionales y socialistas como poder obrero, gobierno de los trabajadores, federación de repúblicas socialistas ibéricas en el camino de los Estados Unidos Socialistas de Europa. Porque no son el programa de una supuesta “revolución” o “ruptura” “democrática” que deba producirse antes de la revolución socialista. Por el contrario, para nosotros, si la república y la autodeterminación llegaran a hacerse realidad antes de la instauración del poder obrero, no representarían el triunfo de una “revolución democrática” sino que serían el subproducto de la lucha revolucionaria y al mismo tiempo un intento contrarrevolucionario por parte de la burguesía de soltar lastre y evitar la revolución social.
Mientras que los revolucionarios proletarios, comunistas, estamos por el derrocamiento de la monarquía en la vía del derrocamiento del capitalismo, otras fuerzas están por apartar a la monarquía con objeto de dar una forma al régimen político más apropiada al capitalismo, sin tanto anacronismo. No lo debemos olvidar. El tren de la revolución proletaria pasa necesariamente por la estación de la abolición de la monarquía, pero las fuerzas reformistas, socialdemócratas, stalinistas, sindicaleras, querrían apearse allí. Así la república sería un instrumento de la contrarrevolución, como mostró de forma muy extrema la IIª República española, especialmente durante la guerra civil.
En los ejemplos que hemos puesto, los gobiernos que dejaron escapar al rey (Alemania 1919, España 1931) tenían participación socialdemócrata. El que abolió la monarquía en Italia la tenía stalinista (aunque dudaron hasta el último momento en pronunciarse). En todos los casos no sólo se proclamó una república burguesa, dedicada a la defensa de la propiedad privada, sino que en todos los casos la república tenía como primera tarea derrotar la revolución proletaria. En todos los casos esto se hizo bajo las mismas consignas que empezamos a oir a IU o Podemos: República, asamblea constituyente, empoderamiento a los ciudadanos...
Hoy la lucha está trabada en el intento de impedir la sucesión monárquica,que se producirá el próximo 19 de junio. Por ahora es una lucha basada en concentraciones y manifestaciones. Pero las cosas podrían cambiar tan rápido como para permitir a la clase trabajadora entrar en la lucha no sólo como ya lo está, disuelta en manifestaciones con otras capas sociales, sino participando con sus propios métodos, haciendo paros y huelgas políticas. Si esto parece ciencia ficción, ¿qué parecería en 2010 el 15M de 2011, o en 2013 el éxito de Podemos en 2014, o el 30 de mayo de este año la abdicación del rey el 2 de junio y la oleada de movilizaciones republicanas que ha desatado? Tenemos que acostumbrarnos a que hemos entrado en una etapa de cambios bruscos. En el transcurso de la lucha, conforme se profundice la movilización contra los multiformes ataques a la clase trabajadora y los sectores populares, irán surgiendo organismos de base, unitarios, asamblearios, que empezarán a adquirir un carácter más político que sindical. Serán los embriones del poder obrero, equivalente a los soviets de la revolución rusa o los räte (consejos) de la revolución alemana. El estado de los trabajadores se levantará sobre ellos y no sobre la “asamblea Constituyente”.
Grupo de Comunistas Internacionalistas, 14-VI- 2014

  • ABAJO LA MONARQUÍA. NO A LA SUCESIÓN. FELIPE VI NO DEBE REINAR
  • IMPIDAMOS CON LA LUCHA LA MANIOBRA MONÁRQUICA
  • DERECHO DE AUTODERMINACIÓN PARA LAS NACIONES OPRIMIDAS.
  • QUE CATALUNYA CELEBRE SU CONSULTA.
  • POR UN GOBIERNO PROVISIONAL DE LOS TRABAJADORES QUE GARANTICE UN PROCESO CONSTITUYENTE
  • POR LA FEDERACIÓN DE REPÚBLICAS SOCIALISTAS IBÉRICAS

1 comentario:

  1. La vuelta de la monarquía y la Transición luego de la muerte de Franco ha sido acordada entre la burguesía española que venía de la mano del régimen fascista, con los partidos de la izquierda que controlaban la clase obrera (PSOE y PCE) pero también con la UE. Es decir que la monarquía no es un simple símbolo del pasado, cumple la función de abroquelar a la derecha y a las fuerzas represivas ante cualquier desvío a amenace al sistema.
    Su accionar fuera de las leyes con un poder omnímodo pretender ser el sostén del sistema.
    La Transicón y sus partidos han entrado en crisis, no sólo es la monarquía, es el resultado electoral en el que por primera vez los dos partidos que detentan el poder desde las primeras elecciones no llegan al 50% de los votos, con un PSOE que no para de caer a pesar del desprestigio del PP rodeado de el repudio de las calles y de los casos de corrupción. Una crisis del régimen que abarca también IU (PCE) que a pesar de lograr avanzar electoralmente, no entusiasma y ve a su lado una agrupación (PODEMOS) formada unos meses antes casi saca los mismos resultados. Es también la magnitud que va tomando las protestas y las luchas contra los ataques del gobierno a las condiciones más elementales de vida, que a pesar del rol conciliador de las direcciones y de la represión y de la criminalización de las protestas, no dejan de crecer. Es también la crisis del “estado de las autonomías” principalmente Catalunya y el Pais Vasco donde las fuerzas independentistas toman la delantera contra el hundimiento del PSOE y del PP.
    Hoy más que nunca la consigna de “fuera Rajoy y sus política de ajustes” “fuera la troika” junto a la de “abajo la monarquía” está a la orden del día.
    Sin embargo la izquierda no une la consigna de “fuera la monarquía” con el resto de las consignas contra el gobierno, la Troika y la UE. Establecen un compartimiento estanco como si fueran temas diferentes. Ni hablar de los que hablan de democracia (PODEMOS) hasta en la sopa y no han participado en las marchas contra la monarquía y dudan si están por la república o no (ya vemos hasta donde llega su democracia). La izquierda reformista trata de limitar y contener las luchas que tienen ha desbordar sus direcciones tradicionales.
    La izquierda reformista plantea la república como un intento de reformar al régimen, nosotros debemos plantear la república como un camino de tirarlo abajo, por eso nuestra bandera debe ser por la república socialista, contra Rajoy y el régimen transición, contra la Troika y la UE.
    El conjunto de corrientes de izquierda y organizaciones sindicales que ha participado en las plataformas del 22M y que ahora han organizado las marchas para rodear los parlamentos se han negado de incluir la consigna contra la monarquía, con el argumento que no está en los puntos de acuerdo que se fijaron antes de la marcha del 22. O sea que se les viene el tsunami encima, pero como no tienen el bañador puesto y no se quieren mojar, niegan la realidad.
    También se niegan organizar una campaña de agitación y pronunciamientos por la Huelga General y el tema de la Marcha del 22M y las de Rodea tu Parlamento están encontrando su límite y no se le quiere poner el cascabel al gato.

    ResponderEliminar