jueves, 13 de febrero de 2014

ante las elecciones europeas
MUCHAS “ALTERNATIVAS CIUDADANAS”
...NINGUNA DE CLASE
Andan revueltas las filas del activismo. Como cada vez que se acercan las elecciones, pululan los proyectos electorales. Y máxime cuando son las europeas, unas elecciones lejanas para elegir un órgano casi inutil, en las que la abstención es masiva. Pero que sin embargo, al celebrarse en circunscripción única, hacen que cada voto cuente, además de multiplicar la importancia de los votos de la vanguardia debido a la gran abstención. Son las elecciones ideales para dar visibilidad (¡incluso europea!) a proyectos débiles o recién aparecidos.

En este caso, la razón subyacente a tanto ajetreo es la necesidad sentida cada vez con mayor agudeza por el activismo de organizar una salida política. Desde 2011 hemos vivido un cambio de coyuntura política en el país. De un predominio de la apatía en el movimiento de masas, a partir del 15M pasamos a un estallido de movilizaciones, impulsadas en muchos casos por una variopinta constelación de movimentos más o menos de base, desde barriales -contra los desahucios- hasta de defensa de los servicios públicos. Movimientos que abarcan todos los aspectos de la lucha social, incluyendo las luchas sindicales de la clase trabajadora, que ha totalizado dos huelgas generales (29-III y 14-XI de 2012) y múltiples conflictos, algunos impresionantes como el de la limpieza pública en Madrid en 2013 o el de Panrico en Barcelona, que dura hasta hoy.
Sin embargo, cuanto más se ha extendido y profundizado la movilización, con altibajos, más se hace sentir la insuficiencia de la simple resistencia. Más se hace evidente para todos la necesidad de una salida política.
Y como la conciencia de las masas sigue siendo democratista, como lo es la de la inmensa mayoría de los activistas surgidos de estas luchas, las elecciones se ven como el método privilegiado de conseguir las reivindicaciones, incluso cuando éstas se califican de “cambio de régimen”.

Un vistazo a las candidaturas“alternativas”
En el magma que se mueve dentro del campo “fuera del sistema”, “fuera del bipartidismo”, o como quiera calificarsele, vamos a pasar por alto al “Partido X” y a la lista ecologista Equo, por ser por completo ajenas a las reivindicaciones de los sectores populares además de ser operaciones totalmente desligadas del activismo y los nuevos movimientos sociales.
De todos los intentos de dar una respuesta política a lo que pasa, el que más tiempo lleva es el Frente Cívico-Somos Mayoría encabezado por el exSecretario General del PCE y exCoordinador General de IU, Julio Anguita. Es también el más paradigmático por su elaborado discurso. Teniendo a su frente a quien tiene, sorprende su insistencia en declararse “ni de izquierdas ni de derechas”, en postularse como representante de toda la “ciudadanía” , no de ninguna clase social en especial, así como su rechazo absoluto a criticar al capitalismo como tal, señalando la causa de los sufrimientos populares en lo oligárquico del régimen político y en disfunciones del mercado: maniobras de los bancos y cosas así. De todos modos, aunque el Frente Cívico ha hecho mucho por difundir estas ideas entre el activismo, oficialmente por disciplina de su jefe y más bien probablemente por inmadurez del proyecto, ya ha anunciado que no piensa presentarse a las europeas para no molestar a IU.
Otra candidatura que está surgiendo es la impulsada por la Asamblea Ciudadana de Sevilla (ACS), pero que ya tuvo una reunión estatal en Madrid en diciembre de 2013 donde se constituyó en “Plataforma Estatal Asamblea 14D”. Aunque resulta difícil saber cuántos apoyos está consiguiendo en el conjunto del estado, este movimiento es mucho más agresivo aún que el de Anguita: no sólo niegan ser de izquierdas sino que no se pronuncian apenas por ninguna cuestión programática distinta de la de iniciar un proceso constituyente, encabezado por un “gobierno provisional” apartidista que acabe con el régimen “bipartidista oligárquico”. En su blog se niegan explícitamente a pronunciarse sobre temas como la consulta catalana o el aborto. Aunque quienes la encabezan son dirigentes del 15M y su portavoz es un exdirigente de CGT, intentan como sea ganar notoriedad buscando figurones burgueses: intentaron que el juez Elpido Silva, el que encarceló a Blesa, apareciera en su presentación pública en Madrid (el juez les dio una espantada, está tocando todos los palos hablando con el Partido X y con ADRY entre otros), presentación en la que requete-presentaron públicamente un libro de Gaspar Ariño sobre la regeneración del sistema. Decimos requete-presentaron porque el libro de este exdiputado del PP ya fue presentado en público por Esperanza Aguirre. Esos son los apoyos que se buscan.
Parece ser que ADRY, la asociación legal que surgió como una escisión de DRY (Democracia Real Ya), el amorfo colectivo que dio origen al 15M, está preparándose también para presentarse a las elecciones. Pero por ahora son sólo rumores.
Pero de todas los proyectos que se están moviendo, el que ha tenido más repercusión mediática ha sido Podemos, la candidatura que encabeza Pablo Iglesias Turrión, el profesor de ciencias políticas que ha conseguido cierto renombre por sus programas en Internet y aparecer como tertuliano “rojo” en Intereconomía. Esta candidatura está impulsada por Izquierda Anticapitalista y un sector exIU. Se ha presentado como una iniciativa en pos de la unidad de la izquierda (al menos no dice que no sea ni de izquierdas ni de derechas) pero emplazando a IU a celebrar primarias abiertas a toda la ciudadanía.

Muchas candidaturas, una sola ideologia: el “ciudadanismo”
Aparentemente se trata de “alternativas” muy diversas entre sí. Es cierto, lo son, más allá de declaraciones demagógicas, todas tienen detrás distintos proyectos políticos más o menos explícitos que impiden que acaben confluyendo, por lo menos la mayoría de ellas. Y sin embargo, todas comparten un terreno común, en el que también se situa IU. Todas se postulan como representantes de la “ciudadanía”.
El discurso de las distintas “alternativas” que hemos mencionado es tan parecido que a veces es directamente intercambiable. El diagnóstico que hacen de la situación es muy similar. Todos los males deben ser achacados a la “casta política”, llena de privilegios y corrupta. Los banqueros son amigos de los políticos y se comparten favores; si estamos endeudados y si hay que recortar es porque los políticos le han dado el dinero a los bancos para pagarles favores.
De lo que se trata es de romper el régimen “oligárquico” (“bipartidista”, etc) para “recuperar” la “soberanía popular”. Se trata de cambiar “las reglas del juego”, “empoderando” a la ciudadanía de forma que “recupere” el poder. En el actual régimen el poder está en manos de las cúpulas de los partidos, principalmente “PPSOE”, gracias a las listas cerradas, la Ley d´Hont, etc (otros aspectos del régimen, tales como su carácter monárquico o centralista negador del derecho de autodeterminación son más raramente señalados). Estas élites están compinchadas con los bancos, la UE, la Troika, etc. Si “la ciudadanía” recupera el poder, por ejemplo mediante un movimiento que supere los partidos, horizontal, asambleario, cuyos candidatos electorales se elijan por asambleas en listas abiertas y primarias y se comprometan a cumplir sus compromisos, no hacerse profesionales de la política, no cobrar sueldos altos, etc, entonces se podría cambiar la constitución para conseguir una que ponga el poder en la ciudadanía. A ésta habría que consultar para hacer casi cualquier cosa, por ejemplo mediante referéndums, antes de aplicar cualquier medida política o económica importante, como pueda ser recortes en salud o educación o rescatar los bancos.

Da vergüenza recordar el ABC del comunismo
Que este discurso esté calando entre sectores que se autocalifican “revolucionarios”, “proletarios”, “comunistas” (¡o “anarquistas”!) es para sonrojarse, es aún mejor muestra del retroceso ideológico que venimos sufriendo en las últimas décadas que las habituales referencias al atraso, despolitización y derechización de la clase obrera.
Este cuento de hadas se basa en:
  1. El capitalismo no tiene leyes objetivas de funcionamiento. No está en crisis (es una “crisis-estafa” como dicen desde el 15M hasta Izquierda Anticapitalista pasando por CGT). Lo único que hay es una conspiración oligárquica;
  2. Bajar salarios, despedir, precarizar, eliminar toda conquista social: salud, educación, jubilación, etc, no son necesidades objetivas del capitalismo que todo gobierno burgués tiene que aplicar so pena de agravar la situación, no son medidas dictadas por las necesidades del capital que necesita recuperar su tasa de ganancia, sino que son medidas políticas entre otras posibles, aplicadas por pura maldad, interés personal o doctrinarismo neoliberal;
  3. Como el capitalismo no está en crisis, como la crisis es un “engaño”, una “estafa”, como la única crisis real está provocada por la caída en la demanda que el aumento del paro y el hundimiento de los salarios ha dado lugar, entonces lo que se impone es aplicar una política keynesiana de estímulos a la demanda. Si se aplicara no se encontraría con una huelga de inversiones, huída de capitales, etc, sino que por el contrario, acabaría por ser apoyada por los propios capitalistas porque va también en su propio bien;
  4. El régimen político en España es oligárquico y no democrático, pero puede ser transformado en un régimen democrático de forma pacífica, legal y electoral (con algún apoyo de la movilización callejera). Esto es posible porque aunque el régimen político es oligárquico, el estado es neutral, no tiene carácter de clase (los más “izquierdistas” dicen que sí tiene carácter de clase, pero como no se trata de hacer una revolución socialista, tal transformación pacífica sigue siendo posible).
Naturalmente, los demócratas pequeñoburgueses pueden ser perdonados por pensar todo esto. Este conjunto de ideas es lo que los define. Pero las fuerzas que apoyan estas concepciones a pesar de lo cual siguen pretendiendo ser “obreras”, “anticapitalistas”, “socialistas”, “comunistas”, “anarquistas” o lo que sea, deben ser estigmatizadas como lo que son: los peores estafadores profesionales de las clases populares.
Es que es imposible acabar con el capitalismo por la vía electoral. Se dirá que no es eso lo que se pretende sino acabar con los recortes. Pero no estamos en el boom económico del capitalismo de los años 1950-60. Hoy es imposible acabar con los recortes sin acabar con el capitalismo. Precisamente por eso es tan importante en el terreno de la propaganda combatir las habladurías sobre “crisis-estafa”. Dicen que en España no hay democracia. En algo tienen razón. En España no hay ni siquiera una democracia burguesa homologable a la de otros países imperialistas, y esto es no sólo por la existencia de la Monarquía, sino más exactamente por la función precisa de esta Monarquía: estar a la cabeza del ejército, garante según la Constitución, en lugar del parlamento, de la “unidad de España”. Pero esto hace más ilusorio aún, si cabe, la posibilidad del paso “pacífico” del poder a la clase trabajadora. Por eso, el discurso de todas estas “alternativas” es comparable en cuanto a su relación con la realidad con el de PP o PSOE: son igualmente falsos.

La subestimación del programa
Aunque hemos delineado los principales elementos programáticos que comparten estos movimientos, es difícil que ellos mismos los pongan como aquí, blanco sobre negro. La mayoría no le dan ninguna importancia al programa. El eje está siempre en la “nueva forma de hacer política”, en que los políticos no sean profesionales, en la “horizontalidad”, en las listas abiertas, en las primarias, es decir, en cuestiones formales.
De nuevo, aunque sea por la negativa, al hacerlo así todas estas “alternativas” se constituyen en otros obstáculos más para el avance de la conciencia de los trabajadores. Cuando estalló la actual crisis económica mundial en 2007, líderes imperialistas como Sarkozy hablaban de “refundar el capitalismo”, tuvieron una efímera popularidad consignas como “nacionalizacion de la banca”, etc. El terreno estaba preparado para popularizar reivindicaciones de transición y anticapitalistas como la expropiación sin indemnización de la banca y las grandes empresas, el control obrero de la producción y distribución, el control obrero y popular de los precios, la escala móvil de salarios y jornada de trabajo, etc.
Unos años después, la supuesta “izquierda alternativa”, los “movimientos sociales”, los portavoces de toda la movilización que ha estallado contra las medidas cada vez más salvajes de los gobiernos imperialistas, sólo hablan de “horizontalidad”, “primarias”, “corrupción”, y demás. El capitalismo desapareció de su espacio visual. No hay medidas anticapitalistas por la positiva fuera de la oposición genérica a rescates y recortes. Como máximo, una “auditoría” para ver qué deuda es ilegítima, se entiende que para pagar la otra.

Ciudadanismo es colaboración de clases
Es muy frecuente que, cuando se les plantean estos argumentos, los activistas de Podemos, Frente Cívico, hasta de la ACS respondan: te entiendo, yo también soy de izquierdas, yo también reconozco la lucha de clases, yo también estoy contra el capitalismo, pero... y aquí, en el pero, es donde está el truco. Siempre son “pero...”.
El pero va continuado en general por dos argumentos. El primero, “algo hay que hacer” teniendo en cuenta que las masas no son anticapitalistas. Y el otro, que una estrategia democrática radical consecuente es, en el fondo, aunque no se diga, una estrategia socialista, porque el socialismo no es más que la extensión de la democracia al terreno económico.
Naturalmente “algo hay que hacer”, pero mejor si es algo coherente con los principios de uno. Si se es anticapitalista, habrá que hacer algo anticapitalista. Si las masas no son anticapitalistas, bueno, ese es el problema. Desde luego todos los grupos que estuvieron detrás de Democracia Real Ya (DRY) para preparar la manifestación del 15M de 2011, de la que surgieron gran parte de los “nuevos movimientos” que ocupan hoy el proscenio político, se esforzaron al máximo por hacer desaparecer cualquier consigna de clase, anticapitalista o socialista de las movilizaciones (¡incluso cualquier bandera!). Pero la tarea de los grupos que se consideran de clase, anticapitalistas, revolucionarios, es precisamente difundir estas consignas, estas medidas, las que forman un programa de clase contra el capitalismo.
Pero el segundo argumento es más peligroso. Pues es totalmente verdad que, para un marxista, la lucha por el socialismo-comunismo ni es contradictoria ni es obstáculo para la lucha por la democracia (por la república, por la autodeterminación de las naciones, contra el ejército permanente por la milicia popular, etc). Y la mayor parte de las reivindicaciones democráticas que levantan estas “alternativas” son totalmente apoyables y deben formar parte del programa de la clase trabajadora.
Pero el problema es que una cosa es que el programa de la revolución incluya reivindicaciones democráticas, tan urgentes en un país como España, monárquico, centralista y con un aparato de estado heredero del franquismo. Pero otra totalmente distinta es plantear la democracia como eje, porque eso equivale a rechazar la posibilidad de luchar por el socialismo. Y esto es porque las alianzas que se necesitan para cada objetivo no son sólo distintas, son incompatibles.
Desde el momento que todas las “alternativas” se plantean el objetivo de erigirse en representantes de la “ciudadanía” en general, se encuentran, con lógica de hierro, con que en la “ciudadanía” se incluye el ciudadano Botín, el ciudadano "emprendedor", el ciudadano comisario de policía, el ciudadano general o almirante, el ciudadano obispo...
Por más verborrea con que se le acompañe si se tiene un programa "por la democracia" es que no se tiene un programa anticapitalista. Lo cual, por la negativa, significa que se tiene un programa procapitalista. Si su objetivo fuera luchar contra el capitalismo, estas plataformas que surgen se plantearían unir a los explotados, a los trabajadores, que son los vitalmente interesados en esa lucha. Por lo tanto, se considerarían plataformas de clase, de la clase trabajadora. Pero como lo que plantean es luchar "por la democracia" se postulan como representantes de la "ciudadanía", incluyendo empresarios, fuerzas represivas, etc.
No exageramos. La Asamblea Ciudadana de Sevilla quiere encontrar elementos honrados entre todos estos. Eso se puede leer en el blog de la ACS: ""Establecimiento de relaciones de mutuo reconocimiento con entes de poder subalterno y/o no directamente político-ejecutivo (alto funcionariado, ayuntamientos, judicatura, policía, militares de media graduación, jerarquía religiosa, representantes políticos, colegios profesionales, sindicatos, organizaciones empresariales...". Las otras “alternativas”, Foro Cívico, Podemos, etc, nunca llegarían a ser tan claros, pero es por incoherencia, porque reivindican la misma concepción democratista.

El stalinismo, fuerza pérfida contra la revolución
Cuando se explica que todas estas “alternativas ciudadanas” son otros tantos obstáculos colocados en el camino de la lucha de la clase trabajadora por emanciparse a sí misma, se desata la indignación. Estos “indignados” generalmente aluden a la honradez y sinceridad de las personas que están detrás de ellas, así como a su falta de privilegios. Pero nuestra crítica no es un “argumentum ad hominem”: no criticamos a las personas comprometidas sino a una ideología y política que subordina a la clase trabajadora al programa burgués.
Sin embargo, hay corrientes políticas que no son inocentes. Si muchos activistas repiten como un mantra las palabras “ciudadanía”, “empoderamiento”, “proceso constituyente” como si acabaran de inventar la sopa de ajo, los stalinistas llevan décadas haciéndolo.
Cuando hablamos de stalinismo no nos referimos a la idea vulgar, digna de un artículista de “El País” de stalinismo como “dogmatismo”, “autoritarismo”, menos aún como gente “radical, con vocabulario anticuado”.
El stalinismo es mucho más que Stalin aunque fuera con él como se configuró como fenómeno histórico. El stalinismo significó la degeneración del comunismo. Su base social era la burocracia privilegiada que usurpó el poder en la URSS mediante los métodos políticos totalitarios, policiales, que todos conocemos. Pero el contenido politico del stalinismo acabó siendo el abandono completo de la lucha por la revolución proletaria y el socialismo, sustituyéndola por la lucha por la “democracia”. En esto consistió la estrategia del Frente Popular (1935) y no ha cambiado desde entonces. Durante décadas, los partidos stalinistas han luchado por la revolución “democrática”, “popular”, “antifascista”, “antiimperialista”, “antimonopolista”, etc. Este vocabulario no está ahora “de moda”, pero en el fondo lo que plantean es lo mismo. Que no se trata de una revolución social contra el capitalismo sino de una revolución política contra el régimen.
Así, el ex-secretario general del PCE y ex-coordinador general de IU, Julio Anguita, ha pasado de decir que su programa es la Constitución a tener como programa cambiarla. Así el ex-dirigente de críticos de CCOO y actual activista de Marea Verde Madrid, Agustín Moreno, explica en una web ligada al PCE que aunque haya crisis económica, la mayor parte de lo que nos pasa se debe al particular sistema político-institucional de este país: “La crisis tiene un carácter político que presenta rasgos más importantes incluso que la crisis económica. Desafección política y electoral, desconfianza hacia partidos, instituciones y casta política. Deslegitimación que se resume en el “No nos representan” como metáfora del alejamiento de los ciudadanos de lo que consideran un simulacro de democracia... Habría que crear algo así como “el partido de los honrados”, “el frente por la decencia”, donde se sientan representados esa amplísima mayoría que padece las políticas actuales y que necesita un referente político electoral.(...)
Para ello, haría falta avanzar en una serie de líneas de acuerdo: un programa de mínimos que cuestione la política de ajuste, se plantee la recuperación de derechos expoliados y los objetivos del empleo, la protección social y los servicios públicos; una orientación hacia un proceso constituyente que cambie las bases del modelo político, que resignifique el concepto de democracia y cambie la ley electoral; una elección de candidatos con criterios muy participativos, representativos y plurales (mujeres, jóvenes, afectados, personas con la formación necesaria…); un código ético muy riguroso en el ejercicio de los cargos públicos, la limitación de mandatos y la revocación; así como todas aquellas propuestas de interés que se consensuen. En resumen, un programa alternativo y una bandera ética”. En resumen, el enemigo no es la burguesía, son los “malos”. No necesitamos un partido obrero, sino el partido de los “honrados”, de los “buenos”.Y Pablo Iglesias también viene de la UJCE y se burla del trotskysmo en su programita “La Tuerka”. En el fondo todos siguen con el mismo programa.

La necesidad de una alternativa obrera, revolucionaria, socialista, anticapitalista
Lejos de considerarlo “un paso atrás desde el asamblearismo”, “una caída en el electoralismo”, o algo así, consideramos el actual interés del conjunto del activismo en posibles alternativas electorales como un síntoma positivo, porque expresa la toma de conciencia de la necesidad de superar el horizonte reivindicativo, sindical, local, gremial, la necesidad de una alternativa global y total, aunque sea una toma de conciencia parcial, dentro de la ideología democrática -elecciones- y burguesa -contra los recortes no contra el capitalismo.
Pero el punto débil de la situación es precisamente que la conciencia de las masas y de la vanguardia está trágicamente atrasada con respecto a las necesidades urgentes de la situación. Por lo tanto, la tarea número uno para la vanguardia revolucionaria consciente es precisamente acortar ese atraso. Por eso la cuestión no es conseguir una candidatura tan masiva que se convierta en una potencia política a partir de las elecciones aunque sean europeas, como se plantean Podemos o Juntos Podemos 14D, porque eso sería imposible para una alternativa revolucionaria cuando las ideas revolucionarias son ultraminoritarias.
De lo que se trata es de una candidatura de clase, revolucionaria, comunista, que tenga un impacto en la vanguardia, aunque sus resultados electorales sean magros, pero que consiga que las consignas fundamentales de transición y anticapitalistas, se conviertan en conocidas, debatidas, en la vanguardia.
Desgraciadamente, estamos hablando de lo que estaría bien que se hiciera, pero nuestras esperanzas de que se haga son muy pocas. El GCI somos demasiado minoritarios para ser algo más que comentaristas, aunque desde luego colaboraríamos si hubiera un proyecto que se pareciera a lo que estamos planteando. Pero las fuerzas que, por su programa, podrían impulsar este proyecto no parecen estar por la tarea. Desde luego, nos referimos a las organizaciones que se reivindican del trotskysmo, de la reconstrucción de la IVª Internacional, porque no hay otras fuerzas clasistas, anti-ciudadanismo en este momento. Y no nos referimos a las varias organizaciones de origen trotskysta pero que han abandonado su programa, como Izquierda Anticapitalista o En Lucha porque están comprometidas de corazón con el “ciudadanismo”.
  • Corriente Roja se ha pronunciado a favor de participar en el proceso de definición programática de Podemos. Lo primero que han planteado es criticar la ambigüedad de Podemos ante la Unión Europea y el Euro. CR ni menciona el carácter de clase de la candidatura y el programa. Es lógico; en las últimas elecciones europeas, lo que hicieron fue participar en una coalición interclasista, “Iniciativa Internacionalista”, que era abiertamente un frente político con organizaciones pequeñoburguesas nacionalistas. Incluso intentaron mantenerla tras las elecciones, aunque cuando se constató la imposibilidad de hacerlo dijeran que de todos modos era un error porque significaba caer en la colaboración de clases.
  • Clase contra Clase está haciendo un llamamiento a los jóvenes y trabajadores para levantar una candidatura de clase. Aparentemente no se plantea emplazar a ninguna otra fuerza para hacer algo de cara a las elecciones. No obstante, al menos no cede al “ciudadanismo”.
  • Cuando escribimos esto, no nos consta que Lucha Internacionalista haya manifestado sus intenciones.
  • El POSI habla de montar una lista de trabajadores y sindicalistas pero por si acaso ya hace hincapié en lo inutil del Parlamento Europeo y por tanto en que si no pueden montarla, les dará igual.
Pedirles que se unan sería soñar despiertos. De todos modos, estaremos atentos a cualquier movimiento en la dirección que hemos planteado. Con nuestros limitados medios, apoyaríamos en la medida que nos fuera posible. En eso estamos.
GCI, 13 febrero 2014

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo, compañeros. Mirad lo que escribe el militante de En Lucha que se presenta a las primarias de Podemos:
    http://www.podemos.info/es/content/perfil-jes%C3%BAs-m-castillo
    Todo un programa...

    Saludos.

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