Ante
el inminente rescate:
ES
URGENTE: HUELGA GENERAL YA
Una
situación de emergencia
El
rato que Rajoy se quedó en blanco cuando le preguntaron si iba a
pedir un rescate en la entrevista televisiva del pasado día 10 es
todo un símbolo de la encrucijada en la que se encuentra. El PP fue
a las elecciones afirmando que todo el problema de la crisis se
reducía a la falta de confianza y que esto se resolvería en cuanto
ellos estuvieran en el gobierno.
Pero
ha resultado que no. La crisis actual no es sólo una crisis
financiera, ni el estallido de una burbuja, ni una crisis de la
deuda ni una crisis de euro. Todo esto no son más que aspectos
parciales, no las causas. Éstas hunden sus raíces en las
contradicciones capitalistas que se resumen en un atolladero
terrible para elevar la tasa de ganancia hasta un nivel que permita
la reanudación de la acumulación, debido a la gigantesca
sobrecapitalización existente. Esta crisis es la segunda más
profunda del capitalismo desde 1929. Aunque sean feroces, los
ataques que la burguesía de todos los países ya ha lanzado sólo
les han hecho avanzar palmos cuando necesitan kilómetros.
Así
el gobierno ha ido de negar la necesidad de ayudas a aprobar
solicitarla sólo financiera, que en breve será la solicitud de un
“rescate” en toda regla.
El
“rescate”, como en Portugal, Grecia e Irlanda, a quien
rescataría es a los acreedores del estado y por eso es apoyado por
la gran burguesía que ha hablado por boca del vicepresidente de la
CEOE metiendo prisa al gobierno. Si las feroces medidas hasta ahora
se justificaron para evitar el rescate, cuando se solicite éste
quedaran empequeñecidas.
¡Por
una reacción unida de la clase trabajadora!
Reforma
laboral, ataque a los empleados públicos, a los parados... Es una
ofensiva frontal. Pero no vemos una reacción de la clase
trabajadora a la altura de los ataques. Las luchas están siendo
puntuales.
Pero
no es que no se produzcan. Antes del verano se dio el combate a la
desesperada de los mineros del carbón, enfrentándose a medidas que
significaban su liquidación. Tras los recortes salvajes, los
empleados públicos hicieron multitud de movilizaciones. La marcha
obrera del SAT por Andalucía, a pesar de la demonización abyecta
que ha sufrido a manos de los medios, encuentra una cálida
solidaridad por donde va.
Es
que la mayoría de la clase trabajadora se opone a las medidas y
está convencida de la necesidad de movilizarse contra ellas, pero
no encuentra cómo. Y no lo encuentra porque los sindicatos
mayoritarios, CCOO y UGT, se han encerrado en la pasividad tras la
huelga general del 29M. Además, los partidos tradicionales de la
clase trabajadora colaboran con las medidas: el PSOE de Rubalcaba
está silencioso, pero las aplica donde gobierna, como Andalucía,
donde IU se traga sus palabras y también las aplica. Y las únicas
alternativas que se le ofrecen a la clase trabajadora son o bien
“ciudadanas”, no de clase, como el 15M, o bien sindicatos
“alternativos” cuyas movilizaciones parecen más pensadas para
disputar votos a CCOO y UGT que para ganar las luchas.
“Cumbre
Social”: estrategia de colaboración de clase
CCOO
y UGT gimen por no poder volver al camino trillado que adoran, el
del pacto social. Algo tenían que hacer si no querían que el
descrédito que sufren se transforme en un rechazo explícito por
parte de la clase trabajadora. Esa es la función de la “hoja de
ruta”.
La
“Cumbre Social” que la ha planteado ha sido una reunión
celebrada el 25 de julio. Participaron CCOO, UGT, CSI-F, USO,
organizaciones de consumidores, populares, pero también sindicatos
policiales, una organización militar, otra patronal y muchas ONG´s.
Lo que dice la “hoja de ruta” es que las medidas de Rajoy son
ilegítimas porque no estaban en su programa electoral. Por ello le
exigen al gobierno un referéndum. Si éste no lo convoca -lo más
probable- organizarían una “consulta social”. Y sólo entonces,
ya a las alturas de noviembre, se plantearían si convocar una nueva
huelga general.
Aparentemente
es un plan de movilización “realista”. Pero en realidad es una
táctica opuesta por el vértice a la de la movilización
independiente de la clase trabajadora. Las movilizaciones no las
convoca el movimiento obrero sino una “cumbre social” que es un
frente con representación de organismos patronales y fuerzas
represivas. Y no se hace para exigir al gobierno que satisfaga las
reivindicaciones de los trabajadores como clase sino para las ponga
a consulta en un referéndum que podría convertirse en un elemento
de justificación de los recortes.
¿Significa
esto que no hay que venir a Madrid a la marcha convocada por la
“Cumbre” el 15S? En absoluto. La marea humana que ha venido a
Madrid lo ha hecho para parar las medidas y no para que se “voten”.
A nadie le importa la formalidad de si Rajoy las mencionó o no
durante la campaña electoral, los trabajadores van a Madrid a
mostrar su oposición y disposición a combatir. El “bloque
crítico” que CGT, el sindicalismo alternativo y la extrema
izquierda han formado en la marcha debe estar al servicio
precisamente de incidir en esta contradicción: romper la “hoja de
ruta”, forzar LA HUELGA GENERAL YA.
“Toma”
u “ocupa” o “rescata” el Congreso: una nueva variante de la
estrategia “ciudadana”
Desde
julio viene circulando esta propuesta por las redes sociales. Los
impulsores de la propuesta permanecieron en el anonimato hasta
agosto y que finalmente se ha dividido en dos sectores, “Plataforma
en Pie” y “Coordinadora 25S”. Todo esto ha desatado mucha
polémica en las redes sociales: “golpismo”, “secretismo”,
etc. ¿Qué hacer?
No
apoyamos esta iniciativa. Nuestra oposición no se basa en la
posible infiltración fascista aunque es cierto que muchos fascistas
la ven con simpatía, según sus webs. Tampoco con el método con
que se ha elaborado. Se basa en la propia concepción de la acción.
Se supone que la gente -parada, claro, el que tenga trabajo tendrá
que irse- tiene que rodear al congreso hasta que... se disuelvan las
cámaras, dimita el gobierno y comience un proceso constituyente
(“destituyente” lo llaman). No sólo es un objetivo imposible,
sino que además siembra ilusiones. Una verdadera asamblea
constituyente no puede ser garantizada más que por un gobierno
provisional revolucionario. Si no es así, será una asamblea
mediatizada por el poder anterior, a medio derribar. ¿Se puede
saber quién va a tomar el poder el 25S cuando dimita el gobierno?
Porque toda la charla sobre “asambleas de base” discutiendo
constituciones mientras la burguesía sigue en el poder no es simple
ilusión, es engaño consciente. La acción del 25S tiene como
objetivo legitimar la idea de que los males que sufrimos tienen como
causa la falta de democracia y que ésto se puede solucionar
mediante una movilización ciudadana pacífica, que las fuerzas
represivas del estado quedarían suspendidas en el aire. Por el
contrario, la revolución social implica la movilización sobre una
base de clase, no ciudadana. Desde luego implica acabar con la
democracia burguesa y sustituirla por una democracia más elevada,
obrera, pero con el objetivo de acabar con el capitalismo. Y no es
posible más que cuando el poder cambia de manos, lo que no se puede
hacer sin romper el aparato de estado burgués.
Pero,
si pedir que dimitan todos es una estrategia de colaboración de
clases, ¿no es peor la de CCOO y UGT que sólo piden un referéndum,
que sólo llaman a montar una consulta popular y no una nueva
constitución? Cierto, las dos estrategias son callejones sin
salida. Pero movilizaciones obreras como la del 15S,
independientemente del significado que los burócratas le quieran
atribuir, muestran al conjunto de la clase su fuerza, le infunden
ánimos para continuar luchando con sus métodos, la huelga, la
manifestación, por sus condiciones de vida. La movilización del
25S, hija del 15M, es por definición, ciudadana, interclasista, no
obrera, y no crea conciencia de clase sino democratista.
¿Cómo
desatascar la situación?
El
hilo que permite deshacer el ovillo está en la unidad de la clase
trabajadora. En estos momentos es más importante que nunca llamar a
la unidad de la clase, lo que implica la unidad de las
organizaciones sindicales y políticas que hablan en nombre de la
clase. No tanto porque de este modo se puedan conseguir triunfos
(aunque también, pero ahora la cosa está difícil) sino porque así
se dan pasos para la reconstrucción de la clase trabajadora como
sujeto político.
Todo
el mundo conoce el descrédito de las burocracias de CCOO y UGT.
Pero muchas veces se malinterpreta. Se confunde el odio antisindical
que se ha difundido en la clase media asalariada, totalmente
reaccionario, con la sana desconfianza que sienten los trabajadores
hacia la burocracia colaboracionista que tantas veces los ha
vendido. Y sin embargo, lucha tras lucha, en el sector público y en
el privado, oímos la misma exigencia de la base, de los no
afiliados: “unidad sindical”. Naturalmente hay diferencia entre
la aspiración ingenua a la unidad y la búsqueda consciente de la
unidad en la lucha por los revolucionarios, que la condicionamos a
un programa y medidas de lucha reales. Pero no hay mejor modo de
conseguir que los revolucionarios queden aislados e impotentes que
convertirlos en un obstáculo para las aspiraciones unitarias de las
masas.
Pero
¿Qué programa hay que levantar? Si se va construyendo desde abajo
un frente único en defensa de todas las conquistas, contra todos
los ataques, ya sería un logro gigantesco. Sería en ese proceso en
el que habría que luchar por un programa anticapitalista, centrado
en la expropiación de la banca y las grandes empresas, el control
obrero, la ruptura con la Unión Europea y el gobierno de los
trabajadores que imponga estas medidas. Un programa para la
revolución social, no para la revolución democrática. En esta
lucha cristalizarán los elementos para construir un partido obrero
comunista internacionalista, sección de la IVª Internacional
reconstruida, única herramienta posible para lograrlo. Esa es la
batalla del GCI.
Grupo
de Comunistas Internacionalistas,
15
septiembre 2012
No
esperar a ningún referéndum:
-HUELGA
GENERAL YA, CONVOCADA POR TODOS LOS SINDICATOS DE CLASE
-Ni
referéndum, ni nuevas elecciones, ni “procesos constituyentes”:
parar
las medidas, levantar un programa de emergencia, por un gobierno de
los trabajadores
-Declarar
la bancarrota del estado, no pagar la deuda
-Salgamos
del euro y de la Unión Europea, por los Estados Unidos Socialistas
de Europa
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